Iván Arenas

Mayo del 68 llega tarde

Tres características de la ola izquierdista en América Latina

Mayo del 68 llega tarde
Iván Arenas
29 de junio del 2022


En los últimos días se empiezan a desarrollar diversas interpretaciones sobre el giro de la región hacia la izquierda, a propósito de los resultados de las últimas elecciones colombianas. Ese giro en varios países del subcontinente es una verdad más grande que una cordillera. No obstante, este nuevo ciclo de la izquierda no se parecería en absoluto a la primera gran ola que empezó allá por principios del 2000 y acabaría alrededor del 2015.

Ahora bien, a qué me refiero con la idea del título de la columna. A juicio del suscrito esa nueva ola de la izquierda en la región está emparentada y vinculada a las tesis del posmarxismo del Mayo francés de 1968, y está alejada de la ortodoxia del chavismo del siglo XXI y todas las izquierdas, que dominó la primera ola revolucionaria. ¿Cómo así?

En la línea de las tesis del Mayo francés, está nueva ola de la izquierda en la región empieza a levantar banderas propias y asimismo se libera de algunas de las viejas tesis marxistas. De allí que, por ejemplo, hace décadas era impensable que un Boric, Fernández o un Pedro Castillo visitaran de manera tan sublime y cómoda al “imperialista” de Biden. Y si lo hacían aprovechaban la ventana para criticarlo como tantas veces lo hizo Chávez. Estamos entonces ante una nueva izquierda, que soslaya las críticas al imperialismo yanquee. Allí hay una primera característica y diferencia con la izquierda de la primera hora.

La otra característica de esta nueva izquierda es que apuesta por las políticas identitarias. Es una izquierda de pueblos, de naciones, de la nación mapuche, la nación aymara, de grupos y colectivos. Esta nueva izquierda ya no habla del obrero, de la vanguardia ni de la clase trabajadora revolucionaria, sino de la pluriculturalidad y las teorías queer. Si bien la nueva izquierda en Bolivia, Ecuador y Chile ha avanzado en esta perspectiva identitaria, es altamente probable que la izquierda peruana o la colombiana empiecen a desarrollar las mismas tesis en los próximos años, y que luego se transformen en políticas públicas.

La tercera característica es que no obstante que el Foro de São Paulo o el Grupo de Puebla son instancias articuladoras, no hay una estrategia geopolítica, como el sueño del ALBA chavista o la estrategia cubana de copamiento. Es decir, es obvio que el G2 cubano analiza lo que sucede en la región, pero su capacidad de influir decididamente en las cuestiones nacionales es mínima. Esta es una nueva izquierda donde, literal, cada uno baila con su pañuelo.

Cuándo Boric critica a Maduro, no lo hace solamente como un mensaje directo para su público doméstico, en el marco de la aprobación de la nueva Constitución colectivista en Chile; lo hace también para decir que hay una nueva izquierda en la región, una nueva izquierda cultural, de súper estructura, más gramsciana que leninista. Han triunfado, por ahora, Gramsci y el Mayo Francés del 68, que llega con harto retraso.

Iván Arenas
29 de junio del 2022

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