Walter Puelles

Más previsión … pero sin burocracia

Más previsión … pero sin burocracia
Walter Puelles
24 de julio del 2015

Que un inocente, erróneamente fuera encarcelado, sería un drama. Pero si ello ocurriera, y la suerte desapareciera, quedaría una cosa por hacer mientras la justicia llega: lograr la reducción de la condena, un arresto domiciliario o algo parecido.

Algo similar ocurre en el campo del ahorro previsional, donde arbitrariamente, y bajo diferentes mecanismos, buena parte de los ingresos de la gente son retenidos por Ley. Encarcelados contra la voluntad de sus dueños.

En la esfera previsional están contenidos conceptos como la jubilación, pero también hay otros como la educación superior de nuestros hijos, la salud familiar, la vivienda, el desempleo, entre otros. Todos estos conceptos necesitan un ahorro previo.

En todos estos campos, el estado interviene porque asume que; librados a la voluntad individual, el dinero sería mal empleado por sus propietarios, pobres ignorantes incapaces de discernir adecuadamente el bien del mal.

En el campo de la jubilación, el dinero retenido por Ley, tradicionalmente ha sido administrado por el propio estado. Así fue hasta que aparecieron los fondos privados de pensiones (AFP).

 

Las AFP son un sistema que, si bien llevan consigo el pecado original del ahorro forzoso, han mostrado enormes beneficios frente a la administración estatal.

En el ámbito moral, las AFP reivindican la propiedad privada de los aportes, sustituyendo el régimen comunitario del sistema estatista por otro donde cada quien es, jurídicamente, dueño de sus aportes y de la rentabilidad que generan.

En el ámbito económico, las AFP administran el dinero de la gente con un grado de eficiencia mucho mayor que el de la burocracia estatal. Esto es así en la mayoría de países donde el sistema existe.

El Estado no puede ser juez y parte, es decir, disponer la retención de los ahorros por un lado, para convertirse en su albacea por otro. La experiencia ha demostrado que ésta fue la peor de las condenas.

El problema actual, es que muchos inocentes siguen purgando esta condena, la más severa, por lo que existe la posibilidad de introducir reformas que extiendan los beneficios logrados en la jubilación, a otros campos como la salud y educación.

Los salarios también son afectados por otro descuento: el de la seguridad social. Este dinero es administrado por burocracia estatal que brinda a los asegurados un conjunto de servicios, principalmente salud. 

Lamentablemente, la calidad de estos servicios es muy deficiente, y aunque en algunos países como Perú, Chile, entre otros, se han introducido mecanismos de competencia, los beneficios no han sido los esperados.

Sería mejor que el dinero descontado vaya también a una cuenta de capitalización individual privada, cuyos fondos puedan ser utilizados para financiar los gastos de salud de sus propietarios cada vez que ellos así lo requieran.

Así, las personas que, por lo general, no experimentan mayores problemas de salud en su juventud, contarían años después con un fondo previsional que financiaría los gastos de salud en el hospital o clínica de su preferencia.

Sería así el propietario quien elegiría dónde atenderse, sometiendo a los oferentes a competir por los fondos. Se le quitaría así a la burocracia el monopolio de la administración del dinero retenido.

El salario de las personas tiene además otro descuento: el Impuesto a la Renta. El dinero que el estado recauda a través de este impuesto sirve para financiar un conjunto de servicios, entre ellos, la educación superior de nuestros hijos.

Parte de este dinero también podría ir directamente a una cuenta de capitalización individual, que luego sería usado por su propietario para financiar la educación superior de sus hijos.

Las personas tendrían así la libertad de elegir el lugar donde educar a sus hijos, antes que condenarse a recibir únicamente la educación que el estado ofrece. Una joven pareja podría planificar su vida de mejor forma, pues estaría asegurando parte del futuro de sus hijos.

Este cambio redundaría también en una mejora de la calidad de los servicios educativos, pues las universidades e institutos estatales tendrían que competir por los recursos que antes tenían de forma segura mediante el financiamiento público.

Un mundo ideal sería aquel donde cada quien decidiese qué hacer con su dinero. Pero mientras dicho ideal se vuelve realidad, bueno sería apartar nuestro dinero de las manos del gobierno. En cuentas individuales y bajo administración privada es mejor.


Por Walter Puelles

24 - Jul - 2015

Walter Puelles
24 de julio del 2015

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