Arturo Valverde

Los rostros de Stendhal

A propósito de la lectura de “La cartuja de Parma”

Los rostros de Stendhal
Arturo Valverde
30 de abril del 2024


Querida hermana: 

Leo la obra de un genio. El libro, como recordarás por mi anterior carta, es nada más ni nada menos que La cartuja de Parma de Stendhal (Alianza Editorial, 2020). Lápiz en mano, avanzo su lectura en casa o en los buses. Subrayo, dibujo círculos y signos de interrogación en los pasajes que capturan mi atención, como la descripción de sus personajes.

Aquí algunas de mis anotaciones. 

Página 75: “El general a quien seguían era alto, delgado, con el rostro enjuto y el mirar terrible”. 

Anotación con lápiz: Altura, contextura y expresión. Y algo importante: el rostro. Nada expresa más que un rostro. Es la carta de presentación de una persona.

Página 136: “Mosca tendría cuarenta o cuarenta y cinco años, facciones acusadas, ningún tono de hombre importante y un aire sencillo y alegre que predisponía a favor suyo; habría estado todavía muy bien si una extravagancia de su señor no le indujera a llevar la cabeza empolvada como garantía de buenos sentimientos políticos”. 

Anotación con lápiz: Presentación de Mosca. Edad, físico, impresión. Dice: “Ningún tono de hombre importante”. ¿Por qué? ¿Sencillo y alegre? ¿Un tipo cualquiera? ¿Alguien de quien jamás podrías descubrir sus verdaderas intenciones?

Página 157: “Ernesto IV lleva un frac de moda venido de París; de esta ciudad, que aborrecía, le enviaban todos los meses un frac, una levita y un sombrero. Pero, por una extraña mezcolanza de indumentaria, el día en que recibió a la duquesa, llevaba pantalón rojo, medias de seda y zapatos muy abotinados, cuyos modelos pueden verse en los retratos de José II”. 

Anotación con lápiz: El autor describe hasta las medias del personaje. Poco le faltó para describirnos hasta la ropa interior. Además, en dos palabras, sabemos que París no era de su agrado. “Aborrecía” París. Punto. 

Página: 206 y 207: “Su contento fue aún mayor cuando se enteró de que Fabricio se había presentado con un nombre falso y tenía el honor de provocar los celos de un bravucón llamado Giletti que en la ciudad desempeñaba los terceros papeles de criado y en los pueblos bailaba en la cuerda floja (…) El tal Giletti era por cierto el ser más feo del mundo y el menos hecho para el amor: desmesuradamente alto, horriblemente flaco, muy picado de viruelas y un poco bizco. Por lo demás, con muchas habilidades de su oficio, solía irrumpir entre bastidores… Triunfaba en los papeles en que el actor tiene que aparecer con la cara enharinada o dar bastonazos a tutiplén. Este ilustre rival de Fabricio cobraba treinta y dos francos mensuales de honorarios y se creía muy rico”. 

Anotación con lápiz: “Ese tal Giletti”, escribe, como quien dice, un cualquiera, un Don nadie, despectivamente. Ese doble uso de los adverbios, ¿será la traducción literal de la versión original? “Desmesuradamente alto”. “Horriblemente flaco”. Esos adverbios caen a la perfección. “El ser más feo del mundo”. “Un bravucón”. Excelente y precisa descripción: cómo es, qué hace, cuánto gana, y, el rostro, una vez más el rostro del personaje. “Picado de viruelas”. “Bizco”. Pobre Giletti. ¿Cómo esconder un rostro como el suyo? Qué desgraciado es este Stendhal.

Arturo Valverde
30 de abril del 2024

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