Piero Gayozzo

Los “guerreros” de la justicia social

La forma más organizada del wokismo, sus activistas más comprometidos

Los “guerreros” de la justicia social
Piero Gayozzo
28 de enero del 2025


¿Qué es la justicia social? En una primera impresión la “justicia social” es un concepto amigable con el que cualquiera debería o podría coincidir. ¿Quién buscaría la injusticia? ¿Quién fomentaría el malestar para toda la sociedad? Quizás algunos desquiciados, pero en principio la justicia es deseable. No obstante, el término justicia varía con respecto al trasfondo filosófico de cada persona o grupo. En el caso de la “justicia social” o “justicia crítica social”, para diferenciarlo de otras acepciones, es un término ideologizado que es el objetivo al que apuntan activistas izquierdistas y una gran cantidad de “disciplinas” o áreas de estudio derivados de la Teoría Crítica Postmoderna (TCP). 

La TCP es un sistema filosófico que combina la Teoría Crítica de los filósofos marxistas de la Escuela de Frankfurt con el posmodernismo francés. Los primeros intentan reinventar el marxismo con una aproximación cultural y consideran que la ciencia es una narrativa usada por el capitalismo, mientras que los segundos afirman que toda narrativa universalista debe ser desterrada a favor de las verdades relativas. Combinados importan la lucha de clases del marxismo hacia un plano socio-cultural en el que los grupos identitarios (minorías sexuales, etnias, etc.) son los nuevos actores revolucionarios contra la opresión capitalista y hacia la creación de disciplinas capaces de “descubrir las desigualdades del orden neoliberal”.

Así, la TCP se reviste de academicismo y centra su atención en las dinámicas de poder como objeto de estudio, pero desde la asunción de que la verdad siempre estará del lado del desfavorecido u oprimido. Algunas disciplinas de la TCP pueden parecer absurdas, pero detrás hay cientos de personas y centros de investigación financiando y apoyando su desarrollo. Quizás algunos provean lecturas más o menos acertadas sobre algún fenómeno social, pero todas comparten los mismos sesgos y apelan a las terminologías y metodologías politizadas de la TCP. No se trata de disciplinas objetivas, sino politizadas que tienen carácter normativo. No solo buscan describir un fenómeno, sino juzgarlo a partir de los valores de la “justicia crítica social”. Juegan un rol de narrativas políticas más que de disciplinas científicas, algunos son los estudios de discapacidad, estudios de gordura, teoría queer, postcolonialismo, estudios feministas, teoría crítica de la raza, epistemología feminista, epistemologías indígenas, entre otros. 

Explicada la TCP, podemos volver al concepto de “justicia crítica social”. Principalmente, su objetivo es eliminar los privilegios, la opresión y las desigualdades de poder entre individuos partiendo de la premisa de que la sociedad se divide en grupos por géneros, raza, clase, sexualidad, habilidades y otros rasgos. Pero esta división no está desprovista de valor, pues los defensores de la TCP afirman que los oprimidos, debido a su experiencia desfavorecida, son más conscientes de los problemas sociales que los demás. Por eso, sus testimonios son más importantes y veraces que otros. Desde esta perspectiva, afirman que en las dinámicas de poder humanas existen acciones negativas en un solo sentido: del opresor al oprimido.

La venganza del oprimido no será vista como negativa, sino como una expresión de “justicia” o reivindicación. Este es uno de los problemas del concepto de “justicia crítica social”. Por ello, solo será apropiación cultural, si y sólo si el objeto cultural apropiado pertenece a una cultura oprimida. Será racismo, si y solo si la discriminación la realiza un individuo de un grupo étnico privilegiado. Será racismo cultural, si y sólo si la cultura dominante rechaza a una oprimida para mantener sus intereses. Será sexismo, si y sólo si se vulneran los derechos de un género oprimido y no de uno con “privilegios”. Por eso las cuotas de género, sexo o de raza se imponen al margen del mérito. El único objetivo de la “justicia crítica social” es que los oprimidos y sus creencias se impongan ante los “privilegiados” sin importar los resultados. Así estas cuotas perjudiquen a las personas capacitadas. 

Por su naturaleza, la “justicia crítica social” termina en el absurdo de ver disparidad de poder en todo nivel de interacción social. Incurriendo en la exageración del uso del término “violencia”, “opresión”, “discriminación”, “privilegio”, “dominación internalizada”, los guerreros de la justicia social apelan a una suerte de cacería de brujas. De ahí que denuncien discriminación en el uso del lenguaje, en los gestos, en las transacciones comerciales, en la meritocracia, en la crítica o en el humor. Cuando la acción discriminatoria resulta imperceptible para cualquiera, pero los oprimidos sigan sintiéndose discriminados por su sensibilidad extrema, los teóricos la describen como una forma de “discriminación residual”. 

Entonces ¿qué es un guerrero de la justicia social? Un guerrero de la justicia social o social justice warrior es aquel sujeto que cree ciegamente en el objetivo de la justicia crítica social y para ello aplica el “conocimiento” de la TCP. Su principal objetivo es servir de sabuesos del progresismo woke o progresismo radical. Son la vanguardia del igualitarismo, las tropas de choque y por lo general son estudiantes universitarios y jóvenes con una genuina preocupación por las diferencias sociales cuyas mentes han sido capturadas por las narrativas de la TCP y sus disciplinas politizadas. Todo guerrero de la justicia social es woke, pero no todo woke es un guerrero de la justicia social. Los guerreros de la justicia social son una forma más organizada del wokismo, pues se desempeñan como activistas comprometidos.

Ambos términos pueden usarse de forma indistinta, tampoco es que no hacerlo genere problema alguno. Pero sí es bueno saber que el guerrero de la justicia social está comprometido, mientras que el woke puede ser solo un emocional descarriado. El primero vinculado a intuiciones de simpatía por los desfavorecidos que se expresa de manera radical, los segundos, activistas comprometidos políticamente con lograr la justicia crítica social y eliminar los “privilegios” de los opresores a toda costa. Al final de cuentas, ambos son dos grados de un mismo mal.

Piero Gayozzo
28 de enero del 2025

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