Los “gerentes de la pobreza”

Fue días atrás cuando un “especialista”, de esos que abundan entre tantos sociólogos o antropólogos, se descubrió en absoluto cuando deslizó la posibilidad de detener la “expansión de la demanda del agua para la agroexportación en Ica”, porque –añadió– “a más demanda del agua, más empleo y más agroexportación”. Así, nació un “gerente de la pobreza” 

Un significado muy general diría que un “gerente de la pobreza” es aquel que se dedica al lucrativo negocio de promover la pobreza en lugar de erradicarla. Un “gerente de la pobreza” vive a costa de la miseria, la pobreza y la falta de oportunidades; además de ganarse la vida con morisquetas a inadvertidos europeos que financian sus campañas, relatos y narrativas contra las fuerzas productivas nacionales.

Así, en la minería moderna como en la agroexportación existen “gerentes de la pobreza” que administran sustancial y certeramente la oferta. La ecuación es sencilla: a más pobres, mejor se vive. Algunas oenegés son administradas por estos “gerentes de la pobreza”, que suelen pasar la gorra a los donantes internacionales, a menudo europeos, que a la vez son también financiados, sino por incautos, sí por grandes empresas, traders o sindicatos de trabajadores que tienen –¡cómo no!– una agenda propia. Algunas grandes empresas no quieren competencia del milagroso agro peruano, algunos traders del cobre quieren manejar a su regalado gusto el precio del mineral rojo y algunos sindicatos europeos no quieren la producción de otros países. 

Todos tienen intereses. El detalle es que el interés común y nacional de nuestro país se ve sometido a las agendas de los stakeholders (como ahora se suele decir) a través de estas oenegés que funcionan como partidos políticos, medios de comunicación y agentes de relaciones públicas, todo a la vez. No se equivoque, estimado lector, no es teoría de la conspiración o conspiranoia lo que aquí desarrollo. 

Lo que hay es que hacer una exhaustiva evaluación y fiscalización de los organismos que “gerencian la pobreza”. De los que jalan la pita para que todo se mueva y de quienes están al frente (o detrás, que es lo mismo) de estos artilugios que son todo menos “cooperación internacional”, y que tienen por encargatura detener todo progreso nacional. 

Así las cosas, si todo está en orden, ¿por qué entonces evitar la fiscalización y la rendición de cuentas? Si no hay nada que temer, ¿por qué entonces algunas oenegés se desesperan en lugar de apoyar al propio Estado para que haga lo suyo? 

Hoy los “gerentes de la pobreza” todavía tienen alas, tiempo y oxígeno para continuar con sus tinglados; pero pronto les será tarde.