Iván Arenas

Los farsantes

Sobre los fiscales Rafael vela y José Domingo Pérez

Los farsantes
Iván Arenas
04 de octubre del 2023


No obstante las responsabilidades penales de varios líderes políticos –que dicho sea de paso, hasta ahora no han sido sentenciados–, la actuación de los fiscales Lava Jato representanuna de las etapas más funestas y dramáticas en la historia reciente de la república. Ellos se han convertido en los principales actores de la judicialización de la política que llevó a la degradación del espacio público y a la continuación de las guerras que, sin temor a equivocarnos, nos llevaron a elegir a Pedro Castillo como presidente. 

No nos equivocamos cuando, desde los primeros días, señalamos que tanto Rafael Vela como José Domingo Pérez no hacían la función de fiscales independientes. Todo lo contrario, servían a los intereses de unos pocos, un sector de la política que, a costa de todo, quería hacer desaparecer a sus enemigos, mediante el aniquilamiento tanto mediático como fiscal. 

Hoy, luego de tantos años de “investigación” no hay un solo sentenciado por el entramado Lava Jato, uno de las más enrevesados de las últimas décadas. Además las denuncias fiscales son tan poco preparadas y con tantas deficiencias que el único caso que queda en pie con todas las de la ley, además del de Susana Villarán, es el de Alejandro Toledo, parte del establishment político “anti” del que, ¡oh, sorpresa! se sabe poco.

Vela y Pérez, levantados como héroes hasta el paroxismo por un sector de la política y la media, son el fiel reflejo de la judicialización de la política que emerge y se fortalece cuando los partidos políticos desaparecen, arrastrados por el huracán de intereses nada santos. Sobre lo hombros de Vela y Pérez, de alguna manera, descansan todas las imágenes del escarnio público y las persecuciones. Por ejemplo, contra Keiko Fujimori y Alan García. 

A riesgo de que se me etiquete de “aprofujimorista”, veo con decepción cómo lo que podía haber sido como uno de los casos emblemáticos de justicia enérgica, imparcial e independiente, se convirtió en uno de los fraudes más gigantescos. Y cuyos daños a la democracia, al estado de derecho y, sobre todo, a la convivencia política son tan traumáticos como una guerra misma.

Y cuando decimos que todo este fraude Lava Jato trajo a Pedro Castillo no nos estamos equivocando o exagerand. Pedro Castillo fue apoyado en segunda vuelta por este sector político que se cree “superado”, “ilustrado”, “intelectual” y con una moralina suficiente para dictar cátedras; pero que solo veía culpabilidades en los otros. así se aumentó el veto y el “anti” que despellejó sin rubor a su adversarios. Como Savonarola, esos políticos se han quemado en su propia hoguera. 

Lo curioso de todo esto es que la guerra de vetos, de antipolítica, del no acuerdo, del no pacto y del no consenso, continuará en el 2026, como pasó en las elecciones pasadas. Se han roto los puentes, no hay personajes que permitan unidad más allá de las siglas políticas y de la irracional polarización antifujimorismo - fujomorismo, que ha envilecido todo debate público en el Perú.

Iván Arenas
04 de octubre del 2023

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