Darío Enríquez

Los enemigos de la libertad creen que avanzan

Pero en verdad, las ideas de la libertad ganan sólido terreno

Los enemigos de la libertad creen que avanzan
Darío Enríquez
22 de diciembre del 2021


Vivimos tiempos complejos. Se habla de un cambio de era, pero virtualmente cada día trae nuevos elementos que redefinen cambio, era y complejidad. Debemos retomar la valoración de los hechos desde una perspectiva racional “a la antigua”, con una visión de mediano y largo plazo, con trascendencia en el tiempo y no con esa tendencia a la “satisfacción inmediata” tan posmodernista como irracional.

Tampoco caeremos en metáforas poco felices como la del medio vaso lleno o vacío, ni la resignación del viejo aforismo “no hay mal que por bien no venga”. Las cosas son como son. Nuestra América hispana sufre una ola totalitaria que al inicio escondía en las formas su animadversión contra la libertad, pero conforme logra avances específicos, deja de lado toda modosidad y se muestra abiertamente agresiva.

El colectivismo forzado golpea a todos los estamentos de nuestras sociedades, incluso a “su propia gente”, aquella que con relativo éxito, había logrado desarrollar un colectivismo voluntario de buenos frutos en un contexto de libertad. Es posible verificar este fenómeno al observar cómo en nuestras periferias urbanas, se va validando la hipótesis de un sano comunitarismo autogestionario que involuciona hacia un pervertido estatismo comunal. Se va perdiendo con rapidez esa fuerza que permitió el surgimiento, desarrollo y consolidación de nuevas ciudades emergentes en nuestras periferias.

No es casualidad que estos “avances” del colectivismo forzado, claramente autoritario y liberticida, surjan entre los espacios más prósperos y no en medio de la pobreza. Esto lo demuestra con contundencia Don Antonio Escohotado en “Los enemigos del comercio”. Es que esa frase de Frederick Bastiat no solo resiste el paso del tiempo, sino que tiene mayor vigencia conforme avanza el ultra-estatismo: “El Estado es la ficción mediante la cual todos tratamos de vivir a expensas de los demás”. Mientras más próspera una sociedad, mayor incentivo para el interés subalterno de quienes desean aprovechar indebidamente la riqueza creada por otros. 

En los medios de comunicación y en los espacios académicos tomados por el totalitarismo colectivista se habla alegremente de una “extrema derecha” que no es nada significativa y de un “ultraliberalismo” que no existe y nunca existió; sin embargo, ni se menciona el “ultraestatismo” que sí existe y que en el caso del Perú, tuvo feroz vigencia entre 1968 y 1990, con las terribles consecuencias que todos conocemos, pero que algunos parecen olvidar. Se habla poco o nada de una real “extrema izquierda”, que con Sendero Luminoso y el MRTA enlutecieron al país entero con sangre, miseria y desolación. Esos extremistas y sus ingenuos seguidores de hoy, sin abandonar su raigambre violenta pero con pieles de cordero y falso sombrero campesino, se han infiltrado en el estado peruano y toman cada vez más cuotas de poder ilegítimo en el gobierno. 

Es pertinente recordar las consecuencias de una visión ultraestatista que toma el poder y propone “revoluciones” que traen dolor, muerte y miseria como producto de su propio accionar. Si fuera cierto lo que sostienen los defensores del colectivismo forzado desde un estado todopoderoso, Cuba, Venezuela y Corea del Norte serían de lejos las economías más prósperas del planeta. Si fuera cierto lo que dicen los ultraestatistas, millones pugnarían por abandonar Miami y migrar al paraíso de La Habana. Si fuera cierto lo que dicen las izquierdas, los siete millones de venezolanos que han huido de su país en los últimos siete años serían en verdad excéntricos turistas recorriendo el mundo. Si fuera cierto que esas son las ideas correctas, jamás hubieran construido el Muro de Berlín y no habrían desaparecido por implosión Alemania Oriental, URSS y otros tras la Cortina de Hierro. Si esa visión ultra-estatista fuese portadora de prosperidad y bienestar, Corea del Norte no habría sufrido cinco hambrunas en pleno siglo XX y XXI mientras su “líder” juega a la guerrita y sus ciudadanos son tratados como inquilinos precarios en la prisión más grande de la historia.

Las funestas consecuencias de una visión ideológica estatista son más que evidentes, pero muchos siguen cayendo en la inocente trama de “a nosotros no nos va a pasar, no somos como ellos”. Pero deciden como ellos y avalan que sus autoridades hagan como hicieron las de otros países caídos en la desgracia del totalitarismo colectivista. Lamentablemente, en nuestra América Hispana no solo se juega la cuestión ideológica, sino que, por añadidura, en nuestros Estados hay una explosiva mezcla que agrega corrupción e ineptitud.

En medio de todo, debemos valorar que este supuesto avance totalitario tiene como contrapartida un gran avance libertario. Pese a todo, la derrota electoral debe verse como un buen comienzo. No se gana de pronto, de la noche a la mañana. Esto es el fin del principio. Posicionar un 44% en defensa de la libertad es muy consistente, mientras al otro lado hay un 56% con aguas y aceites diversos, imposibles de consolidar. No olvidemos tampoco el enorme avance logrado por Javier Milei, al otro lado de los Andes. Son avances sólidos porque se basan en ideas, propuestas y una valiente toma de posición, no en sentimientos, antagonismo ni flácidos oportunismos. ¡La Libertad avanza!

Darío Enríquez
22 de diciembre del 2021

NOTICIAS RELACIONADAS >

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

Columnas

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

En el debate serio sobre la educación superior hay consenso &nd...

11 de abril
Fue una guerra civil, no de Independencia

Columnas

Fue una guerra civil, no de Independencia

Veamos hoy algo de historia. En verdad tenemos algunos hechos largamen...

05 de abril
¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

Columnas

¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

En principio, queremos compartir con nuestros amables lectores que est...

28 de marzo

COMENTARIOS