Los caviares versus Cerrón

En el supuesto de que el JNE confirme la posible victoria de Pedro Castillo y de Perú Libre, la guerra por manejar los hilos del poder entre el sector caviar y el radicalismo marxista será cruenta y determinará, sin duda, el camino que el Perú tomará en los próximos meses. Entender lo anterior es importante para analizar lo que sería el gobierno de Castillo.

Antes vale indicar que es cierto que el JNE aún no declara al ganador; no obstante, la izquierda y sus aliados útiles han arropado en legitimidad social a Castillo. La propaganda zurda ha sido tan eficaz que si el JNE dictamina la posible victoria de Keiko, la izquierda convertirá las calles en decisoras, como en Bolivia, Chile y Colombia. Repetimos, la victoria de Keiko está allí latente.

Ahora bien, como decíamos, los caviares pretenden hacer suyo el posible triunfo de Castillo. ¿Cómo así? En la lógica caviar se desarrolla la bendita idea de que ellos colocaron la cereza de la moderación que, sumada al antifujimorismo militante y religioso, le dio la victoria a Castillo. En retribución a ello, los caviares pretenden copar el gobierno de Castillo, como si en lugar del profesor chotano fuera Verónika Mendoza quien ganó las elecciones.

En la estrategia caviar Cerrón, por supuesto, es el escollo. No obstante, hay un punto en el que se concuerda: la Asamblea Constituyente. Es claro que durante este y quizá el próximo año no se pondrá en marcha el gambito de la Asamblea Constituyente. Y por una razón sencilla: Si gana la presidencia Castillo no tiene la legitimidad absoluta para empezar a desarrollar una jugada tan riesgosa como la Constituyente en medio de la conmoción social y sanitaria.

En lugar de ello, como buenos marxistas, para los que el tiempo es lo de menos, Castillo y la izquierda entera apostarán por ir a cuenta gotas. De hecho, las municipales serán el segundo objetivo luego de la presidencia. Después de ello viene la Constituyente.

Cerrón entonces afina la espada. Ha circulado una fotografía recientemente difundida por el propio Cerrón en la que se toma de la mano junto a Castillo en una supuesta señal de fortaleza. Craso error. Eso es señal inequívoca de debilidad y de que los caviares le están moviendo el piso. 

Cerrón sabe que puede quedarse sin nada. La política es el arte de lo que no se ve. Y los caviares tejen día y noche. Castillo sería el presidente, no Cerrón; y los compromisos de campaña del profesor ya acabaron. Si algo abunda en la izquierda no es precisamente la lealtad. 

Quizá hay otro detalle del que todos estamos seguros: todo es incierto en Perú Libre.