Tino Santander
Los caviares llegan solos
Siempre están al servicio del Gobierno de turno
Los caviares son un sector de la clase media alta limeña que oscila entre el liberalismo social y el pseudo izquierdismo arribista, y que pretende hegemonizar los espacios académicos y gubernamentales. Políticamente son inorgánicos, pero los mueve su instinto comercial, su avidez por el reconocimiento social y el puesto público. Los caviares han sido comunistas de ocasión (muchos de ellos fueron militantes del miraflorino Partido Comunista Revolucionario o de algún otro grupo de izquierda limeño, pero que nunca tomó las armas para hacer la revolución). Los campesinos cusqueños les decían hanku mistis (“crudos” que se creen señores). Siempre fueron revolucionarios de ONG y de diagnósticos sociales. Se llamaban mariateguistas, pero la izquierda provinciana los consideraba mariateguistas de un solo ensayo.
Los caviares tienen en común el ser excomunistas, exsocialistas, exizquierdistas, extoledistas, exhumalistas, exvillanarista, exfuncionarios del fujimorismo. El ejemplo más patético de esta conducta fueron los caviares de la ONG Comisión Andina de Juristas, que implementaron la reforma judicial fujimorista del marino José Dellepiane y del exvocal supremo Alejandro Rodríguez Medrano. Y lo hicieron en los tiempos más duros de la dictadura. Luego intentaron borrar con la mano izquierda, en el Gobierno de Paniagua, lo que hicieron con la oportuna mano derecha en el fujimorismo.
Los caviares son ejecutivos de ONG y colectivos que defienden los derechos humanos, la diversidad sexual, el aborto, la legalización de las drogas recreativas (marihuana), la igualdad de género y la plataforma feminista; pero no defienden este programa liberal por convicción, sino porque es un negocio que tiene financiación internacional. Los caviares siempre inventarán “una causa democrática” que defender, una reforma urgente que hacer, una lucha contra la corrupción que llevar, y buscarán quien los financie internacionalmente para combatir políticamente en nombre de la moral a sus adversarios, o para bailar y apoyar a quienes los contraten. Ellos viven de los valores democráticos; por eso, siempre están al servicio del Gobierno de turno. Incluso lo hicieron con el Apra, partido al que desprecian por su composición social.
Los caviares siempre llegan solos, pontifican sobre la nación con superficial erudición y sin conocer el Perú, y se promocionan como especialistas en conflictos sociales o analistas políticos del cartel mediático. Nunca han estado en ningún conflicto social ni han participado en ninguna movilización política; sin embargo, hablan de criminalización de la protesta social si son de oposición al Gobierno de turno, y si están en el Gobierno denuncian al movimiento social de tener vínculos con el terrorismo (el caso de Basombrío exmilitante comunista que acusa a los maestros en huelga de ser terroristas es el más infame de los últimos tiempos). Además, como son incapaces de ganar una elección, se organizan como el think tank progresista que se ofrece a todos los gobiernos y a todos los candidatos. Tal vez los veamos como asesores de César Acuña, al que estoy seguro compararán con José Carlos Mariátegui. Los caviares no tienen escrúpulos para ir de partido en partido en nombre de la democracia.
El caso Villarán de La Puente los perseguirá siempre, así la nieguen y ahora la llamen ladrona y traidora tratando de borrar su incondicional apoyo a la exoperadora de las empresas brasileñas en la municipalidad de Lima. La sentencia de Simón Bolívar sobre la sociedad peruana colonial los retrata con acertado realismo: “El Perú, encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad: se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas”.
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