Carlos Valverde
Lo personal ¿es político?
Un eslogan que elimina las barreras entre lo personal y lo público
Cuántas veces nos hemos topado con una de las frases de la terminología feminista, que reza: “Lo personal es político”. Dicha frase, nacida en la segunda ola del feminismo, la llamada ola del “feminismo radical”, ha cargado consigo un sinfín de polémicas, con personas a favor y en contra de su uso y significado. Veo necesario analizarla, no sólo por su estructura, cuyas cuatro palabras indican algo, a mi parecer, contradictorio, sino también por aquello a lo que se refieren las feministas al emplearla, que me parece acertado, pero no propuesto en primer lugar al emplear dicho eslogan.
Partamos por la estructura. Lo personal indica lo privado, lo que concierne a un individuo humano o a un pequeño conjunto de estos, como la familia o el grupo de amigos, en síntesis, lo más cercano al yo. Hablamos de vivir con los nuestros, en un sentido nuclear, lo que hacemos con nuestras vidas y cómo vivimos nosotros mismos y con las personas que pertenecen a nuestro círculo. Por otra parte, lo político se refiere a lo público, lo que concierne a la sociedad, a las estructuras y ejercicio del poder, a los gobiernos, etc. Nos referimos a la res pública, aquello que va más allá de lo privado y ya no nos afecta solamente a nosotros y a nuestro círculo cercano, sino también al resto de personas pertenecientes a la comunidad política, o que pueden verse afectadas por la capa cortical de esta. Al decir que “lo personal es político”, no afirmamos que lo personal esté influenciado por lo político, ni que existan factores políticos que influyen en la vida privada de las personas pertenecientes o ajenas a la comunidad política, sino que, al usar la palabra “es”, identificamos lo personal con lo político, lo público con lo privado, les damos a ambos términos la misma significación.
Ciertamente, las feministas argumentan que hay acciones, estructuras, roles sociales, etc, que permean en la vida privada y se replican en esta, como el rol de las mujeres y los varones en una relación de pareja, en familias, en grupos de amigos, o en el trabajo. En efecto, la concepción social del “deber ser” de hombres y mujeres, así como las políticas laborales, la organización misma del Estado y las funciones que puede ejercer influyen en cierta medida en la vida privada de las personas. Ese es un hecho verdadero cuya negación es, a mi juicio, imposible. El problema no es necesariamente ese, sino que, cuando las feministas afirman que “lo personal es político”, no dan a entender que hay ámbitos de la cosa pública que afectan a lo privado, sino que el eslogan quita las barreras entre lo personal y lo público, lo que les da una significación similar e imposibilita la diferenciación entre lo personal y lo político. De esta forma, tal y como está estructurada, es insuficiente para describir el planteamiento al que se refieren, provocan confusión con su uso, que da la necesidad de emplear toda la argumentación mencionada para que quien la oiga entienda aquello a lo que se refieren.
Entonces, no hablamos de rechazar en stricto sensu aquello a lo que quieren referirse las feministas, que lo privado se vea influenciado por lo político, puesto que sí, existen influencias de lo uno con lo otro, que, incluso puede ser retroalimentado con un actuar que empieza en lo privado y que se puede expandir a lo público. Sino que rechazamos la frase tal y como está hecha, y tal y como es usada. Si partimos con que existe influencia de lo público en lo privado, para luego concluir que lo privado es público caemos en un razonamiento errado, pues se cae en una falacia non sequitur, donde se pretende, incluso inconscientemente, dar la misma categoría a lo particular y a lo general.
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