Neptalí Carpio

Lima: una megaciudad de llegada

A pesar de la caída del ritmo de la economía peruana

Lima: una megaciudad de llegada
Neptalí Carpio
18 de julio del 2019

 

Desde fines del siglo XIX, la ciudad de Lima no era una capital donde predominaba la llegada masiva de ciudadanos extranjeros inmigrantes por encima del flujo de los emigrantes. Bajo cualquier punto de vista es este un fenómeno positivo. Sobre todo porque ningún ciudadano extranjero se marcha de una ciudad a otra si en esta última no encuentra oportunidades positivas, en comparación con la ciudad que deja y en contraste con otras vecinas. Algo debe estar ocurriendo para que, por sobre todos los problemas que tiene nuestra capital peruana, ciudadanos de otras partes del planeta, especialmente de este continente, prefieran venir a Lima en busca de oportunidades, de tránsito, solo por algunos días, para hacer turismo o explorar posibilidades de regresar más adelante, para realizar inversiones.

No nos referimos solo a la masiva llegada de venezolanos, sino de gente de otros países. Recientemente, un informe de la Superintendencia de Migraciones del Perú ha señalado que Lima ha desplazado a Buenos Aires como el lugar preferido para visitar por parte de chilenos. Entre enero y mayo volaron a la capital peruana 393,040 personas desde Santiago, 16% más a lo registrado en similar periodo del 2018. Mientras que a Buenos Aires, el arribo de chilenos cae mes a mes: entre marzo y mayo arribaron 363,008 pasajeros, 14,000 menos que en el mismo periodo del 2018, según el reporte de tráfico internacional de pasajeros de la Junta de Aeronáutica Civil (JAC), del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones de Chile.

Esta tendencia ya se había puesto en evidencia desde el año 2017, con las propias estadísticas que mostró el INEI, cuando la inmigración venezolana recién empezaba a ser altamente pronunciada. En ese momento se señaló que el 13.4% de los extranjeros residentes eran colombianos. Le seguían foráneos provenientes de España (10.2%), Estados Unidos (8.9%), Argentina (7.5%), Ecuador (6.6%), Venezuela (6.4%), Chile (6.3%. Brasil (5.7%), China (4.9%), Bolivia (4.5%), México (2.8%) e Italia (2.5%). A lo que se suma Francia (2%), Alemania (1.6%), entre otros. Y en su mayoría —alrededor del 74.1%—– los inmigrantes tenían entre 15 y 49 años de edad.

Y ahora en el 2019, según la Superintendencia Nacional de Migraciones, Lima y Callao concentran el 92% de ciudadanos venezolanos. En la capital, Lima Norte concentra el 28% de los ciudadanos venezolanos; Lima Centro, el 26%; Lima Este, el 20%, y Lima Sur, el 17%. De acuerdo a la edad, el 73.7% de venezolanos que ingresaron al Perú y se encuentran en Lima van de 20 a 39 años de edad; mientras que los de 40 a 49 años representan el 11.7%, y en tercer lugar está el rango de menores a 18 años con un 10.3%.

¿Qué razones explican el hecho de que, pese al decrecimiento del ritmo de la economía peruana y sus casi crónicos problemas, como el caos del transporte o la inseguridad ciudadana, la capital peruana se haya consolidado como una “ciudad de llegada”, una ciudad receptáculo de gran parte de los emigrantes de esta parte del Continente? En mi opinión existen tres explicaciones fundamentales. En primer lugar, quienes deciden venir a Lima se percatan de que, pese al decrecimiento de la economía peruana, la capital peruana sigue ofreciendo mejores oportunidades en comparación con otros países y ciudades. La fortaleza de la moneda peruana, que da garantía de ahorrar; posibilidades de hacer negocios en diversos rubros, las posibilidades de iniciarse en actividades informales, las bondades y precios bajos de la economía peruana, entre otras explicaciones propias de la microeconomía.

La segunda explicación, está referida a aquel segmento de sectores profesionales, técnicos, ejecutivos e inversionistas extranjeros que ven en la infraestructura hotelera, mercado de alquiler de oficinas, posibilidades de asociación con peruanos que tienen infraestructura, pero que no tienen capital y la desregulación alcanzada por el Perú para realizar un negocio. Y, finalmente, una megaciudad urbana como Lima, con un crecimiento horizontal exponencial de cerca de 3,000 Km2 brinda una amplia oferta de alquiler de departamentos o pequeños cuartos para los inmigrantes de recursos más bajos y jóvenes. Les ofrece la oportunidad de iniciar una aventura en Lima, por lo menos con la seguridad de tener un techo donde vivir y donde muchas veces a pocas cuadras puede obtener un empleo formal o informal en restaurantes, talleres, tiendas comerciales, peluquerías, transporte de delivery, lubricentros y hasta comprando o alquilando un mototaxi.

En este caso, la habilidad del limeño, sobre todo el que se ubica en las diversas “Limas”, ha puesto en venta o alquiler gran parte de la autoconstrucción realizada durante los últimos 20 años, en casas de tres a cuatro pisos. No es casual, por ello, que los inmigrantes venezolanos hayan preferido ubicarse en Lima Norte, en Lima Centro, en Lima Este, Lima Sur y el Callao, ahí donde uno de los signos distintivos de la nueva clase media limeña haya sido la sistemática autoconstrucción y que ahora ponen en valor. 

Tal como Doug Saunders señala en su libro Ciudad de llegada: “La ciudad de llegada funciona como un mecanismo de entrada. No solo acoge gente proporcionando vivienda barata y ayuda a la hora de encontrar un primer trabajo (a través de redes de contacto), sino que también facilita posteriores oleadas de inmigración en un proceso conocido como «cadena migratoria»: la ciudad de llegada envía dinero en efectivo a las aldeas de origen y les proporciona líneas de crédito, concierta empleos y matrimonios por encima de las fronteras nacionales e idea formas de soslayar las restricciones a la inmigración”. 

Aún es prematuro hacer una caracterización, pero todo indica que, de aquí a unos cinco o diez años, la masiva inmigración de diversos países creará cambios socio económicos y culturales muy pronunciados en la Lima Metropolitana. Como ha ocurrido reiteradamente en la historia, son los inmigrantes los que a larga contribuyen al progreso de las ciudades.

 

Neptalí Carpio
18 de julio del 2019

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