Heriberto Bustos
Liderazgo y estado emocional
Cómo reconocer a un tirano sociópata

En circunstancias de vicisitudes, la mirada de los más débiles se dirige a la búsqueda de los líderes, porque entienden que ellos pueden ayudarlos a salir de esa situación. De este modo se establece una relación entre quienes, ubicados en una situación de dependencia, requieren transitar por el camino de independencia para acceder a la interdependencia, escenario en el que “se mueven” los líderes.
Este salto o tránsito va de la mano con la adquisición y práctica de ciertas competencias, las que se ubican en el escenario de las inteligencias intra e interpersonal. Es decir, en la capacidad de identificar, entender y procesar nuestras propias emociones, así como la habilidad para relacionarse e interactuar con otros. Nos estamos refiriendo, en el primer caso, a cualidades de autocontrol, estabilidad emocional, autoestima y voluntad; y en el segundo, a la capacidad de empatía, escucha activa y de interactuar con otras personas. Dicho de otro modo, aludimos a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Vale decir, a la inteligencia emocional.
Estudios realizados otorgan importancia al estado emocional de las personas que asumen responsabilidades de conducción en cualquier ámbito de la vida. No olvidemos que las personas trabajan y actúan mejor cuando mejor se sienten. Goleman y un grupo de investigadores señalan: “En pocas palabras el estado emocional y las acciones de los líderes influyen muy directamente en el modo en que se sienten los empleados y, en consecuencia, determinan su rendimiento. El modo, por tanto, en que el líder gestiona sus estados de ánimo no es una cuestión ciertamente privada, puesto que su influencia directa en el estado de ánimo de sus subordinados lo convierte en un factor esencial del funcionamiento de una empresa” (*).
El tema del liderazgo surge con los procesos de conducción que han venido evolucionando con el ser humano. De allí que connotados líderes, en su oportunidad, hayan expresado sus opiniones como resultado de su práctica, así tenemos, por ejemplo, al estadista griego Solón(**), que señalaba: “Aquel que ha aprendido a obedecer, sabrá cómo dirigir”. Y a Dwight D. Eisenhower (***), quien afirmaba: “Liderazgo es el arte de hacer que alguien haga algo que tú quieres porque la persona quiere hacerlo”.
Intentaremos colgarnos de estas afirmaciones para afirmar la existencia de dos tipos de liderazgo: el disonante que corresponde a quien está desconectado de los sentimientos del grupo, que moviliza sus emociones negativas y lo ubica en una espiral descendente que comienza en la frustración y termina en el resentimiento, el rencor y la rabia; y el resonante, que sintoniza con los sentimientos de las personas y los encauza en una dirección emocionalmente positiva.
Si quisiéramos descubrir algún indicador simple y práctico sobre los comportamientos de estos dos tipos de liderazgo, podríamos encontrar un reflejo de ellos en la risa y el enfado (el miedo o la apatía). El primero constituye una especie de termómetro del grado de resonancia existente en el grupo; mientras que el segundo va claramente en sentido contrario, de la disonancia o discordancia.
En el mundo y en el país, existen aún líderes disonantes, aquellos que van desde el tirano o tirana que grita y humilla a sus subordinados hasta el sociópata que los manipula. Liberarnos de ellos implica realizar esfuerzos para superar situaciones que aún nos hacen dependientes y avanzar a convertirnos en independientes. El siguiente paso de la interdependencia será un lógico resultado de todo lo anterior.
* Goleman D., Boyatzis R. y Mckee A. (2018) El líder resonante crea más.
** Solón de Atenas (638-558 a.C.)
*** Trigésimo cuarto presidente de Estados Unidos de América (1953-1961)
COMENTARIOS