Javier Agreda

Libro póstumo de Edgardo Rivera Martínez

A un año de su muerte, comentamos su libro “Soliloquios / Ciudad de fuego”

Libro póstumo de Edgardo Rivera Martínez
Javier Agreda
08 de octubre del 2019


El escritor Edgardo Rivera Martínez (Jauja, 1933) nos dejó hace un año, en los primeros días de octubre de 2018. a los pocos meses se publicó su primer libro póstumo: Soliloquios / Ciudad de fuego, que reúne cuatro relatos largos, uno de ellos inédito (Soliloquios). Dadas las grandes diferencias entre los textos que conforman el libro, escritos a lo largo de medio siglo, los comentaremos por separado. 

Si bien la ciudad de Jauja y el mestizaje cultural han sido elementos centrales en la narrativa de Rivera Martínez (Jauja, 1933) –especialmente en sus novelas País de Jauja (1993) y El libro del amor y de las profecías (1999)–, también hay una parte de esta obra ambientada en Lima y con una temática que va del realismo urbano hasta lo fantástico. Son relatos que el autor ha ido publicando desde los años sesenta que en su mayor parte fueron recogidos en sus Cuentos completos (1999). Tres textos no incluidos en ese libro, demasiado extensos para ser considerados cuentos, fueron reunidos por el autor en Ciudad de fuego (Alfaguara 2000).

Estas tres nouvelles tienen en común la original utilización de conocidos mitos, una atmósfera irreal y poética ("no se puede negar que tengo ribetes de poeta, aunque no escribo versos, sino cuentos" confesaba Claudio, el protagonista de País de Jauja) y el delicado trabajo con el ritmo y la musicalidad del lenguaje. En "Ciudad de fuego", el primero de estos relatos, un solitario empleado de una biblioteca está a punto de realizar el proyecto de su vida: abandonarlo todo y mudarse a una ciudad perfecta en la que podrá desarrollarse armónicamente. Pero esta ciudad solo existe en su imaginación, y la ha diseñado a partir de los libros de Platón, Moro, Bacon y Campanella.

"Un viejo señor en la neblina", la segunda nouvelle, es una actualización del mito de Ícaro y Dédalo. Juan Clodoveo es un aristócrata alemán venido a menos y que vive en la azotea de una casa tugurizada (un verdadero laberinto) de Barrios Altos. A su nobleza y soledad suma una gran inventiva y habilidad manual que lo identifican con Dédalo. Al final Clodoveo levanta vuelo con las alas que él mismo ha inventado y construido, "disolviéndose en la bruma para ir a descansar en el océano" (p.84). Rivera da verosimilitud e interés al relato gracias a la acertada elección como narrador de un joven vecino de Clodoveo, un Ícaro en cierne.

En "El visitante", Rivera trata –como en su conocido cuento "Ángel de Ocongate"– el tema del ángel caído y condenado a vagar por el mundo. Una pareja de esposos, Fernando y Lena, se encuentra con este extraño visitante, "de una belleza singular, con algo de andrógino y con una antigua y desusada gentileza", y se establece entre los tres una compleja y difícil relación. En los sucesivos encuentros, ni el racionalismo de Fernando ni la intuición de Lena logran descubrir algo de los secretos y misterios del ángel. Las interrogantes y expectativas de la pareja, y no la naturaleza sobrenatural del visitante, se constituyen en el verdadero centro de la narración.

“Soliloquios” es un conjunto de 64 textos breves (de una página) en los que Laura del Valle Brandsen (una limeña de unos 50 años de edad) rememora, dirigiéndose a su anciano padre (que al parecer no puede responderle), diferentes episodios de su vida, desde la infancia hasta la actualidad (2012). Como en casi todas las novelas de Rivera Martínez la protagonista encarna la feliz conjunción de lo europeo (la cultura libresca) y lo andino (mitos, artesanía y canciones populares). Además Laura tiene mucho en común con Felicia, la joven protagonista de “Diario de Santa María” (2008), la novela en la que ERM comenzó a explorar el universo femenino. Da la impresión de que Soliloquios fue escrito como una continuación a la novela mencionada. 

La crítica ya ha señalado el carácter poético de la narrativa de Rivera Martínez. Sobre uno de sus cuentos escribió en 1978 Ricardo González Vigil: "No se trata de un cuento, sino de una partitura poética en prosa, de un discurso lírico narrativo de fascinante factura verbal". Y Edgar O’Hara afirmó que "lo lírico correspondería más bien a la creación de una atmósfera" o al uso de mitos "que devuelven al relato la esencia poética que tuvo en tiempos antiguos". Los textos de este libro muestran que lo poético está también relacionado con la rica vida interior de sus protagonistas, ya sea intelectual o emotiva.

Javier Agreda
08 de octubre del 2019

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