Libertad por la vida

Primero nos encerraron, luego nos quebraron y ahora no nos permiten vacunarnos, porque el Gobierno monopoliza una vacuna que puede significar la diferencia entre vivir o morir. El contrato es confidencial; nosotros lo pagamos, pero no nos permiten escoger qué marca de vacuna nos aplicaremos, ni saber a qué precio las compramos, ni cuál es el cronograma de entrega o de vacunación. Lo más insólito del caso es que el 70% de la población puede pagar su vacuna y tenerlas inmediatamente, cumpliendo los protocolos de seguridad. No existe ninguna razón para privarnos de alternativas, sobre todo cuando el Estado lo ha hecho tan mal. Las compañías de seguros, las AFP y las empresas del sector privado podrían comprar distintas marcas de vacunas y vacunar a sus afiliados, empleados, etc. Y hacerlo el próximo mes. ¡Cómo aliviaría dejar que el Estado vacune al restante 30% de la población!

Estamos sometidos a un Estado despótico. Los burócratas deciden cuándo nos toca vacunarnos; no entienden de urgencias, no son “servidores públicos”. Han descalificado y menospreciado el protagonismo del sector privado, sector responsable del 80% de los dineros que entran al Estado y con lo cual les pagamos sus sueldos. Nos han prohibido traer vacunas y nos obligan a aceptar sus demoras, negligencias y corruptelas. Es inaceptable que luego del boicot a la planta de oxígeno donada por Southern se repitan los interminables trámites y sigamos paralizados con plantas de oxígeno paradas por trámites burocráticos. Y sin libertad para traer el remedio que pueda salvar nuestra vida.

Los peruanos estamos regidos por un Gobierno comunista y arrogante. Los jóvenes que pronto eligirán un nuevo presidente están advertidos de lo que significa perder la libertad y que el supremo gobierno decida por ti. En una emergencia en que la muerte está tocando a numerosas familias, es inaceptable que –habiéndolo hecho todo tan mal– decidan ellos seguir siendo los únicos titulares, y no convoquen a toda la ayuda necesaria para detener esta terrible segunda ola de la pandemia. La aceptación inicial de liberar la compra de vacunas y su inmediata prohibición, ¿acaso no merece una mínima explicación de parte del Presidente? No hay ningún respeto por la desolación en que nos hallamos; ni aunque se trate de un tema tan trascendental como salvar nuestras vidas. 

Tenemos que hacer sentir nuestra voz. Nos sumamos a la campaña de embanderamiento nacional que empieza el 28 de febrero, para que todo el Perú amanezca embanderado y exigirle al Gobierno la importación de vacunas por los privados. Esa será una manera contundente de movilización social para decirle a nuestro gobernantes que los peruanos sí importamos. Difundamos nuestra voz de protesta sin marchas ni violencia, y que las enormes mayorías silenciosas hagan saber al Gobierno que sí existimos, que estamos presentes.