Libertad frente al autoritarismo

El aumento del autoritarismo y populismo pone en peligro la libertad en el mundo, mermando los valores democráticos. La polarización ya no enfrenta al comunismo contra el capitalismo como en tiempos de la guerra fría; ni vivimos en un mundo multipolar; la bipolaridad se manifiesta en una lucha entre la democracia frente al autoritarismo.

El Índice de Libertad Humana, según el Instituto Fraser, muestra un panorama mixto. En 2007 registró uno de los puntos más altos, alcanzando un máximo histórico en la libertad económica en 2019. Desde 1975, las democracias electorales pasaron de 23% a casi la mitad de los países del mundo, aunque las democracias liberales bajaron de 25 al 18% en doce años. El descenso de la libertad se manifiesta en áreas como libertad de movimiento, expresión, asociación y religión.

Pero la calidad de las democracias puede variar. Y aunque algunos países tengan elecciones regulares, en muchos casos carecen de instituciones democráticas sólidas que protejan los derechos individuales y las libertades civiles.

Un elemento que destaca es la estrategia del miedo usada por los regímenes autoritarios para mantener a la población bajo control; efectiva herramienta para desestabilizar a estas sociedades. Ese miedo genera una tendencia en el electorado a optar por regímenes populistas que se presentan a sí mismos como los únicos capaces de proteger a la población de supuestas amenazas externas e internas, consolidando así su poder. Prometen soluciones simplistas a problemas complejos, usando una retórica anti-elitista para ganar apoyo popular.

El autoritarismo es promovido por potencias como Rusia y China para concentrar el poder en manos de líderes y élites que ejercen el control sobre la sociedad y limitan las libertades individuales por medio de la fuerza militar y la represión. La consigna es mantenerse en el poder, sofocando toda forma de oposición.

Las redes sociales desempeñan un papel ambiguo en este contexto. Permiten la conectividad e interacción social, pero son una poderosa herramienta para desinformar y manipular a las masas. Los algoritmos diseñados para maximizar el compromiso crean cajas de resonancia que refuerzan opiniones extremas, fomentando la polarización. Pero también promueven la sensación de inestabilidad y miedo llevando a la población a buscar seguridad, optando por alternativas autoritarias con un mayor control estatal y, como consecuencia, sacrificando sus libertades. 

Aun así, existen motivos para pensar en el progreso humano, con cifras de mortalidad infantil reducidas a la mitad en 20 años; la pobreza extrema disminuye, pero la lucha contra el hambre crónica presenta avances y retrocesos con cifra cercanas a 700 millones en el mundo: casi 1 de cada 10 personas. Todo demuestra que a pesar de la capacidad de la sociedad para superar obstáculos y mejorar la calidad de vida, el mundo aún enfrenta grandes desafíos.

El 9-11 es recordado como un momento de liberación con la caída del muro de Berlín. Mientras el 11-9, doce años más tarde, representa el miedo desatado con el atentado terrorista contra las Torres Gemelas en Nueva York. El miedo es el sentimiento que grupos autoritarios y terroristas buscan generar para desestabilizar a la población y justificar el control estatal.

Es necesario tomar conciencia sobre los mecanismos empleados por los gobiernos autoritarios. Ellos promueven ese miedo y desesperanza con el que controlan a la población, usando la pobreza como vehículo. El futuro de la democracia y la libertad depende de la capacidad de las sociedades para resistir las fuerzas que socavan los valores fundamentales, luchando contra la pobreza, defendiendo la justicia, libertad y oportunidades para todos.