Dante Bobadilla

Liberalismo y doctrinas liberadoras

Liberalismo y doctrinas liberadoras
Dante Bobadilla
13 de agosto del 2015

Sobre aquellas doctrinas que ofrecen derechos sin responsabilidades

Pertenecemos a una cultura de la liberación, donde el hombre busca persistentemente ser liberado de toda responsabilidad para vivir sin esfuerzo alguno a manos de un salvador benefactor. Esto hace muy difícil plantear modelos como el liberalismo, que propone la libertad con responsabilidad y con esfuerzo individual para el logro del bienestar. A lo largo de la historia solo se han repetido diferentes doctrinas liberadoras, con diversas maneras de liberarnos del peso de la existencia y de cualquier atisbo de responsabilidad. El éxito de estas doctrinas ha determinado la mentalidad mayoritaria.

La primera gran doctrina liberadora nació, obviamente, en forma de religión, hace unos cinco mil años, con un dios que prometía liberar a los judíos de la esclavitud de los egipcios y llevarlos a la tierra prometida. Tres mil años después, en el mismo pueblo judío, sometido entonces a los romanos y anhelante de un salvador o mesías, apareció Cristo renovando la doctrina liberadora. No ofrecía liberarlos de los romanos sino del pecado, prometía consuelo, perdón y la redención de los pobres, pero no en este mundo sino en otro. Enseguida se anunció por vez primera la llegada del fin del mundo y el gran salto mágico hacia el paraíso celestial, con eternidad incluida.

Muchos años después, las doctrinas liberadoras adoptaron formato científico. Marx anunció el fin del mundo capitalista y la llegada inminente del paraíso comunista como consecuencia de las leyes inapelables de la historia. Ofrecía también la redención de los pobres, pero no en otro mundo sino acá mismo, y los liberaba de su culpa haciéndolos víctimas de un sistema opresor. A la teoría le faltaba un salvador, pero estos llegarían más tarde por montones. Otra forma de liberación fue el psicoanálisis, que nos liberaba de toda responsabilidad al hacernos víctimas de pulsiones sexuales, de la represión cultural y del subconsciente. Incluso cualquier problema en nuestra personalidad era culpa de la relación temprana con los padres. Junto con la religión, estas teorías han sido las más exitosas de la historia, y las más aplicadas socialmente de manera masiva hasta estos días.

Luego las doctrinas liberadoras llegaron a la política. Primero, en forma práctica como luchas por la independencia, para arribar finalmente al formato ideológico tras la revolución rusa, donde surgió una nueva forma de economía de la liberación. Casi de inmediato surgieron movimientos liberadores en toda Latinoamérica. Aparecieron por doquier “ejércitos de liberación del pueblo” que pretendían liberar a los pueblos oprimidos por el imperialismo. El último eslabón de esta cadena gloriosa culminó con la Teología de la Liberación de manos del clero, cerrando así el círculo a 5 mil años de doctrinas liberadoras. Hoy el papa Francisco es el propulsor de esta doctrina predicando contra las injusticias del capitalismo, en busca de la liberación de los pobres, a quienes sigue viendo como esclavos y víctimas de un sistema opresor e insistiendo en construir el paraíso socialista.

La famosa “inclusión social” no es más que otra doctrina liberadora en la que nadie tiene responsabilidades ni culpas sino solo derechos por exigir. Se les promete un paraíso social a cambio de nada. Ya ni siquiera se les pide construirlo. Solo deben estirar la mano para recibirlo. Frente a esta obsesiva cultura de liberación fácil a cargo de un salvador, el liberalismo parece no tener ninguna opción. No se trata de liberarlos sino de darles libertad para que ejerzan por sí mismos su derecho a construir su destino en un mundo libre, haciéndose responsables de sus actos, pactando y  compitiendo con otros en igualdad de condiciones. Pero predicar responsabilidad y esfuerzo propio a la gente en estos días, es algo que no parece tener ningún sentido luego de 5 mil años de doctrinas que prometen liberarlos y salvarlos sin ningún esfuerzo, apenas mediante la fe y la militancia.

Por Dante Bobadilla

Dante Bobadilla
13 de agosto del 2015

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