Eduardo Zapata
Leyendo signos pre electorales
El voto limeño es mayoritariamente provinciano

Ciertamente la plaza de Lima —electoralmente hablando— es importante porque aporta el 30% en una elección presidencial. Leyendo excluyentemente a esos signos y sus productores —y constatando la configuración de una nueva clase media de origen migrante en la ciudad— algunos analistas asumen que esta masa electoral habrá de votar por el mundo de los autoservicios, los grifos modernos y, como decía una ya vieja canción, por la “faldita a la moda y el jean apretado”.
Escuchamos así hablar del renacimiento de Acción Popular, de la muerte del fujimorismo y el Apra. Y como asunto casi pintoresco pero lejano de grupos extremistas anti sistema. Sin embargo, caben muchas reflexiones en torno al aún lejano pero a la vez cercano 2021. Y a los signos que se van gradualmente exteriorizando.
Jorge Muñoz no es Acción Popular. Es un buen señor cuya imagen seria y el no insultar le permitieron arañar el 30% del electorado limeño. En verdad por default. Pues los otros candidatos o no lograron hacerse visibles o, los que lo hicieron, oscilaban entre la amenaza del garrote militar o la bondad victimizada (pero copiona). Y sabemos que Lima tiene una personalidad signada por los colores de los Chapis. Por aquello de “cuando los cerros bajan”.
Entonces el “voto limeño” es voto ya mayoritariamente provinciano. Pro mercado en su mayoría sí, emergente y aspiracional en su mayoría, sí; pero sufriente, como los más,m de los pésimos servicios del Estado en orden a la seguridad, la salud, la educación y la conectividad. Léase aquí el transporte.
Muchos de los que toman las calles y marchan por los “sin voz” no se percatan de que su marcha significa dos o tres horas más de transporte para un trabajador que ya ha tenido que sufrir, tal vez, el mismo número de horas para llegar a su trabajo. ¿Adherirán estos actores sociales a los simpáticos marchantes? Particularmente cuando resulta claro que estos detentan una condición de clase que precisamente les permite el “lujo” de marchar.
Algunos asesores políticos, con el apoyo de la prensa colegiada y las encuestas, barajan la candidatura de nuestro Justin Trudeau originario: Salvador del Solar. Bien aspectado, actor. Medianamente culto, sabedor del arte de ser empático. Y —encima— open mind progre. ¿Podrá competir este buen señor con sus dotes empáticas frente al eje Santos/Cerrón/Aduviri/Antauro? Imagino que por afinidad en la “decencia”, pero sobre todo por sus problemas con Arana, allí terminarán Verónika Mendoza y su grupo. Aun cuando allí Verónika devenga en una suerte de María Antonieta.
Claro que no todo será así de polarizado. Habrá también la oportunidad de “ser feliz cuando logra su felicidad”. Aquella felicidad ofertada por Don César a su ejército de la “raza distinta”.
En esas estamos con estas confrontaciones.
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