Levitsky y las clases medias emergentes

En una reciente entrevista, el politólogo Steven Levitsky ha vuelto a desarrollar algunas aproximaciones temerarias a la política y la sociología nacional, amén de que el académico norteamericano, especialista en el Perú, nos vuelve a sorprender y nos deja otra frase para la posteridad en la que asegura que ese sector al que denominan “caviar” se yergue como “los (únicos) defensores de la institucionalidad democrática liberal”, no obstante los demás grupos políticos solo “destruyen la democracia”.

Como decíamos arriba, y al margen de sus explícitos apoyos electorales pasados y de ser uno de los abanderados animadores académicos del “anti” (esa guerra de religiones que se extiende hasta el fin del mundo y que trajo a Castillo al gobierno), de alguna u otra manera sorprende también la lectura que Levitsky tiene sobre la sociedad nacional, porque abona a los relatos y narrativas, construidos falazmente, de Lima versus las regiones. 

Dice Levitsky en su entrevista que “Castillo y la protesta pos Castillo asustó mucho a los sectores urbanos y a la costa”; es decir a las clase media, sobre todo a la limeña. Asimismo, que “el miedo es una de las razones por la que mucha gente en Lima está dispuesta a aceptar el Gobierno (…) porque lo prefieren a una situación de inestabilidad y amenaza desde el interior del país”. En otra parte, el politólogo indica que “la protesta amenazaba al Gobierno de Boluarte, pero no existía una amenaza real a los limeños (…) La clase media limeña reaccionó muy mal”. 

¿A cuento de qué un académico como Levitsky vuelve a construir murallas entre Lima y las regiones, no obstante las evidencias y la sociología? ¿Por pura química ideológica? Cualquier peruano de buena voluntad reconocerá que Lima es hoy la primera ciudad andina del Perú, amén de albergar a las nuevas clases medias emergentes y mestizas. Y es también una ciudad construida y conquistada por esos millones de provincianos que han transformado la antigua ciudad señorial en una ciudad de mercados e instituciones populares con una racionalidad pro capitalista. Basta mirar los emporios comerciales en todo Lima para entender que allí están los puneños, arequipeños, cusqueños (que, dicho sea, no salieron a marchar codo a codo con sus “hermanos” durante las protestas). Entonces, ¿a qué clases medias limeñas, sectores medios urbanos “temerosos” nos refiere Levitsky y sobre qué élites habla? 

Asimismo, basta ver que hoy el Perú es más república que ayer, a pesar de los terribles estragos del covid19, del rompecabezas de la gobernabilidad, de la ineficiencia estatal y de la guerra entre fujis/antifujis. Vale recordar que cien años atrás no había acceso al derecho al voto, la educación y la propiedad, bases del proyecto republicano nacional. Lo que Levistsky hace es continuar con los relatos y narrativas que se han construido contra Lima, una especie de “leyenda negra intelectual contra la capital”, que están al margen de las evidencias y la sociología nacional, pero que el académico martilla desde el púlpito de los prejuicios. 

Ahora, es evidente que necesitamos renovar las discusiones sobre los proyectos de modernidad nacional. No obstante si no se toma en cuenta la realidad de lo que ha sucedido en este país en las últimas décadas, solo se hace ideología y no politología.