Jorge Varela

La vida no es una farsa

Es una aventura magnífica no apta para cobardes

La vida no es una farsa
Jorge Varela
20 de julio del 2022


El gran tema de nuestra humanidad se relaciona con la vida y la importancia de su dignidad superior. Una vez que hemos nacido, incluso antes de nacer, la vida es nuestro principal destino no consentido. Al final del parto, después que usted sale del vientre que le cobijaba, aunque no haya pedido permiso para arribar a este planeta, se encuentra en otro hábitat conviviendo junto a seres que tampoco fueron consultados en el instante magnífico y exultante de su concepción. Durante su primera etapa como infante ni siquiera tuvo la posibilidad de pensar acerca de lo existente, menos respecto del significado profundo de su naturaleza, sentido y trascendencia como ser viviente. 

Ahora que ha crecido de modo corpóreo –no sé si también psíquicamente– es posible que comience a abrir los ojos del espíritu y a formularse preguntas que quizás jamás pensó hacérselas; entre ellas la siguiente: ¿qué sentido tiene la existencia? 


A partir del ser: ¿seres para la nada?

El filósofo francés Paul Sartre se refirió al ser y la nada. Sus preguntas clave fueron ¿de dónde viene la nada?, ¿cuál es esta relación primera entre el ser humano y la nada, cuál es la primera conducta nihilizadora? (ver El ser y la nada). 

La argumentación de Sartre es singularmente demoledora: “Cuando Hegel escribe refiriéndose al ser y la nada como ‘abstracciones vacías y la una es tan vacía como la otra’, olvida que el vacío es vacío de algo… Y el ser es vacío de toda determinación que no sea la identidad consigo mismo, pero el no-ser es vacío de ser”. En una palabra (afirma Sartre), “lo que aquí ha de recordarse, contra Hegel, es que el ser es y la nada no es… El ser no puede engendrar sino al ser y, si el hombre está englobado en ese proceso de generación, de él no saldrá sino ser” (El ser y la nada).

Martin Heidegger, a su turno, había argumentado en torno al ser-para-la-muerte. El tema en debate puede ser visto desde otro enfoque. Regresemos al punto de partida: si usted ya ha sido concebido y es un ser en plena gestación, ¿con qué fundamento quiere ponérsele término anticipado a su vida e impedir su nacimiento? ¿Solo porque esa madre donde usted anidaba temporalmente, en cuyo seno crecía día a día, ha olvidado su dignidad básica y no respeta la suya, alegando tener un falso derecho superior? ¿Solo porque ella le ha gestado y era su única fuente nutriente? Usted no solicitó venir al planeta. Ella fue la que decidió. (Dejemos fuera los casos de riesgo para la vida de la progenitora o de violencia ejercida en su detrimento)

Hoy usted tiene conocimiento que su dignidad esencial como humano no debía, no debe, ni debiera ser atropellada, ni siquiera en su fase de embrión carente de conciencia, –precisamente durante su etapa de mayor indefensión–, menos ahora en que como habitante del planeta Tierra es un ser dotado de libertad y titular de derechos inalienables; incluso si eventualmente su capacidad de razonar no fuera plena. Su victimaria o victimario, suele hablar de violación de derechos humanos, pero agrede sin escrúpulos a la especie humana cuando fundamenta su acción transgresora contra la vida de otro -en este caso su propio hijo o hija- en un derecho inexistente y se convierte en criminal detestable, en verdugo cruel de una criatura inocente.


¿Qué es la vida?
 

Esta es sin duda una de las cuestiones fundamentales que emergen y desafían nuestra mente. El venerado y reconocido agnóstico José (Pepe) Mujica ha dicho que la vida es “una aventura de moléculas. Venimos de la nada y vamos a la nada” (entrevista en CNN, 9 de julio de 2022). Resulta chocante esta opinión de Mujica, que lo inscribe en una ‘postura nihilista’ contraria a su ideario inspirador de luchas al servicio de los desamparados y a su andar histórico consecuente por los caminos de la política. ¿Acaso es el reflejo inevitable de esa ideología materialista que aún marca su entrecejo y sus arrugas? 

Mujica en este asunto, es claramente nietzscheano. Para Nietzsche “el hombre, es una pequeña especie animal sobreexcitada que, felizmente, ha hecho su tiempo; la vida en general sobre la tierra: un instante, un incidente, una excepción sin consecuencia, al que, dado el carácter general de la tierra, carece de importancia; la tierra misma, como cualquier constelación es un ´hiatus´ entre dos nadas, un acontecimiento sin plan, sin razón, sin voluntad, sin conciencia; la peor necesidad, la necesidad más estúpida (La voluntad de poderío, parágrafo 301).


Seguir viviendo

Mas hay otras inquietudes. Una vez que hemos llegado al mundo surgen nuevas interrogantes; por ejemplo: ¿tenemos que seguir viviendo? Albert Camus escribió en El mito de Sísifo que la verdadera pregunta filosófica seria es aquella referida al tema del suicidio. No expresó que el problema fuera la finitud humana. La muerte es inevitable. Lo problemático es acabar precisamente con la propia vida. Para entender a Camus es necesario adentrarse en su pensamiento inicial que no sabía si este mundo tenía un sentido que lo sobrepasara, un sentido que –según él– le era imposible conocer en ese momento. No obstante, Camus plantea que: “aceptar lo absurdo“…“es una etapa, una experiencia necesaria; pero ello no debe constituir un callejón sin salida”. El absurdo suscita una rebeldía (rèvolte) que puede ser fecunda” (1949. Albert Camus en Chile, Nibaldo Mosciatti y Juan Rivas, Nadar Ediciones, 2021).

De manera que si ya estamos aquí, transitando por la Tierra junto a algunos individuos moralmente descompuestos –verdaderos imbéciles carentes de ética– comportémonos con dignidad, enfrentemos con coraje los avatares, las incertidumbres, las crisis, los desafíos, los conflictos. La vida es una aventura magnífica no apta para cobardes, miserables o pusilánimes. La vida no es una farsa.

Jorge Varela
20 de julio del 2022

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