Juan Sheput
La tormenta perfecta
El Perú enfrenta graves problemas en salud, economía, seguridad y educación

El ser humano es un animal de costumbres. Luego de un plazo razonable podemos tolerar lo que en otros tiempos sería insoportable. Inclusive aceptar la muerte. Recuerdo cómo, en aquellos tiempos del terrorismo, los primeros asesinatos eran titulares que alarmaban en primera plana. Pero luego la repetición trajo familiaridad, y entonces masacres de decenas de personas empezaron a aparecer minimizadas, empujadas a páginas interiores. Ya no era noticia. Algo similar sucede por estos días. A pesar de que las cifras ya nos colocan como el país con mayor número de muertos por millón de habitantes, en todo el mundo, eso no nos alarma, porque no nos toca, porque los “líderes de opinión” tienen los recursos y los contactos que evitan que vayan a engrosar las estadísticas fatales. No importa que la cantidad de fallecidos real supere los 50,000 muertos, como no importa que el Gobierno nos mienta con descaro y maquille la realidad con juegos retóricos o promesas que jamás se cumplen.
La experiencia indica que la calamidad tiene varios orígenes. Lo de la salud no viene solo. También está la economía, la seguridad y la educación. Todos ellos tienen un futuro muy negativo como consecuencia de la pésima gestión gubernamental, la ausencia de control político y la falta de debate público. Este último es un elemento clave, que ayudaría a desnudar errores, consolidar aciertos o ayudar a enmendar rumbos equivocados. Se está gestando una tormenta perfecta, con consecuencias catastróficas. Y el país parece marchar a la guillotina cantando, como modernos girondinos.
Es sorprendente esta indiferencia. La situación económica viene incubando más de una bomba de tiempo. Desde préstamos personales y deudas por tarjetas de crédito hasta hipotecas, los datos señalan que la morosidad se incrementa peligrosamente. Los despidos no cesarán, más aún cuando acabados los fondos de Reactiva Perú, las empresas ante el shock de la baja demanda (no habrá suficiente gente que consuma o compre) tengan que seguir reduciendo la planilla.
Es impresionante que este futuro absolutamente posible no genere ningún tipo de preocupación en el presente y no sea materia de intercambio de propuestas ni ideas. Se impone el silencio. Se cree equivocadamente que callar y no decir nada es una forma de ayudar. Gran error. Los que gobiernan y no tienen ideas, persisten así en acciones equivocadas o pecan por omisión. El país es el que termina sufriendo. Un Gobierno a la deriva que no admite críticas. Porque criticar es ir en contra de lo que necesita el país. Un tonto argumento, que debería ser el lema de la catástrofe actual.
Que nos gobierne la ineficiencia siempre será divertido, sobre todo para quienes buscan escándalos o distracción. Es bueno para el autoengaño. Pero no sirve para nada cuando hay problemas graves y dramas. Cuando vemos que no era lo que se necesitaba, por lo general es demasiado tarde.
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