La sublime tarea del maestro de escuela

Siguiendo el legado de Cristo, que amaba a los niños, el maestro es quien hace agradable la vida de los estudiantes; son padre y la madre espiritual que los prepara para la vida. Sin embargo, a pesar de tener un doctorado, paradójicamente solo se gradúan como maestros cuando aprenden y aplican las lecciones de los niños, lo que hace de esta profesión la carrera más amorosa de todas.

Especialmente en países subdesarrollados, ser maestro es un desafío que va más allá de lo monetario. Forjan su espíritu al enseñar a niños huérfanos, con discapacidad, de diversas etnias y en condiciones de extrema pobreza y desigualdad, lo que hace sublime la tarea de educar, consolar y motivar a los niños.

Para José Antonio Fernández Bravo, un inspirador maestro español, los educadores deben dedicarse a hacer sonreír, despertar la curiosidad y ayudar a pensar a los estudiantes. En este andar pedagógico combinan el conocimiento y la didáctica para abrir los corazones y la mente para una vida mejor.

Los maestros, en su papel de guía espiritual de la sociedad, moldean la personalidad de los educandos y son los protagonistas de la sociedad. Tienen la capacidad de influir en toda una generación, y al mismo tiempo potencian el talento de los estudiantes con el objetivo de edificar un país desarrollado.

En lugares inhóspitos de Perú y América Latina, los maestros rurales caminan durante horas, a menudo en condiciones climáticas extremas, terreno accidentado y peligroso, para llegar a las escuelas, donde enseñan a niños pobres a los que lo único que los motiva a ir a la escuela es para comer. Ante esta dramática situación, que dificulta la enseñanza, los docentes convierten a las escuelas en refugios y educan con esperanza en medio de la desesperación.

Según el reconocido filósofo español Gregorio Luri, los docentes y maestros producen conocimiento pedagógico constantemente, por lo que necesitan tomar conciencia y reflexionar sobre su labor docente. Considerando esto, el 6 de julio los docentes del Perú y de algunas partes del mundo nos sentamos juntos a meditar, evaluar nuestra labor y preguntarnos si estamos mejorando la vida de los niños o la hemos empeorado.

Por otra parte, la sociedad ve a los docentes como modelos a seguir; pero es un dilema, porque muchas veces se olvida de que son seres humanos. Sin embargo, ellos se esfuerzan para ser luz y guía de los alumnos con su difícil tarea, ya que desaprobarlos en clases puede menoscabar la autoestima del educando. ¿Y cómo será visto el maestro por los alumnos?

El Gobierno y la sociedad deben promover una cultura que valore el trabajo de los docentes y sus esfuerzos para educar e inspirar a toda una generación de personas.