Manuel Gago
La rinoplastia y el apuro de investigar a Boluarte
Probar el abandono del cargo es algo muy difícil
“Es un extraño país el nuestro”, escribe un columnista. “¿Qué pasaba cuando un presidente estaba borracho y dormido en Palacio de Gobierno? Ahí nadie dijo nada”, sentencia sin más. Hoy, después de 20 años, tenemos un neosenderismo vivito y coleando actuando en espacios públicos y privados, dándose el gusto de poner en Palacio de Gobierno a un presidente de sus canteras. Pero no aprendemos las lecciones, no hay esfuerzos por entender la política y saber que trama la extrema izquierda y la progresía, a nuestro entender, los enemigos principales de las libertades y la democracia.
Dina Boluarte es lo que hay, y es obligación de todo demócrata respetar los mandatos constitucionales. Pero la ciudadanía, con “demócratas” y todo, cae en la trampa. “La discusión menuda y farandulera”, expresamente planeada, distrae y crea climas de desasosiego altamente peligrosos. No porque Pedro Castillo fuera desaforado de la presidencia por golpista y negociados oscuros el país se libró de la amenaza comunista.
Al margen de su escaso perfil de estadista, la presidenta es atacada sin misericordia siguiendo un plan desestabilizador. No hay duda de lo dicho por el expremier Alberto Otárola, Boluarte se operó porque dijo que respiraba mal. Se respira mal por obstrucción natural de la nariz o traumatismo o enfermedad. Una rinoplastia resuelve el problema en consultorios-quirófanos en poco tiempo para después de hora y media despertar de la anestesia recobrando la conciencia total.
Por la manipulación del rostro sobreviene una fuerte inflamación de varios días en la nariz, ojos, pómulos y frente. Se usan elementos médicos para reducir la inflamación y cuidar el resultado del procedimiento. Resulta entendible entonces que la presidenta no apareciera en público durante el proceso de recuperación. Según los ministros, despachaba por teléfono y otros medios. Obvio, no quería aparecer con la cara hinchada, moreteada, en proceso de desinflamación y con parches. Evidentemente, además hubo “retoques estéticos”. La rinoplastia, según los médicos, es cirugía menor y no de alto riesgo.
Hace bien la Fiscalía investigando a Boluarte, acusada de abandono del cargo y de no informar la intervención quirúrgica. Probar el abandono del cargo es algo muy difícil. Y según el constitucionalista Ernesto Blume, es exagerado pretender que la presidenta informe de todo acto público y privado que la atañe. A esa exageración se suma la reserva de privacidad que asiste a médicos y abogados. Solo los abogados saben si hay caso o no. Y así como hay apuro contra la presidenta, ¿para cuándo el apuro de la fiscalía contra el fiscal José Domingo Pérez, investigado por enriquecimiento ilícito?
Creyéndose inmunes y por encima del bien y el mal se hace escarnio del caído, se ridiculiza la figura del oponente y, a la luz de los hechos, se especula y deforma la realidad. En este contexto, las mayorías son inducidas a pensar y actuar condicionadas por lo que ven, oyen y leen de los medios.
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