Neptalí Carpio

La resiliencia potencia la productividad

Se debe estimular las inversiones en capital humano y físico

La resiliencia potencia la productividad
Neptalí Carpio
23 de julio del 2020


A contrapelo del pesimismo de algunos economistas, una de las gratas sorpresas que nos pueden dar diversos sectores de la pequeña, mediana y gran empresa es que, de aquí a uno o dos años, habrán mejorado sustancialmente sus niveles de productividad, porque afrontarán con creatividad y perseverancia esta dramática etapa de crisis sanitaria. No sería la primera vez que esto ocurre. Ya en los tiempos de la debacle del Medio, en plena crisis de la Revolución francesa, en anteriores pandemias y en las dos guerras mundiales, diversos hombres dedicados a la ciencia y al desarrollo tecnológico afrontaron con éxito los retos de la economía y terminaron por generar diversos factores para mejorar la productividad de la economía.

Solo basta observar cómo, de manera acelerada, diversas empresas utilizan sistemas de teletrabajo, economía digital y nuevos procesos productivos. Otras empresas se reconvierten rápidamente, destacando en este caso las pequeñas y medianas empresas, demostrando su capacidad de adaptación y flexibilidad. Entusiasma ver cómo una pequeña empresa que antes se dedicaba a la producción de bienes para el sector metalmecánica, ahora se dedica a la producción de plantas de oxígeno o protectores faciales. Una cosa similar ocurre en diversas universidades, aquellas que han intensificado sus niveles de investigación. Es de destacar la misión que comparten la empresa Farvet, la industria avícola y la Universidad Peruana Cayetano Heredia para crear una vacuna peruana para combatir al coronavirus. 

La capacidad de resiliencia económica se considera como la responsable de afrontar los efectos negativos de crisis como la actual pandemia, ya sea resistiéndose, adaptándose o transformándose ante la fuerza de cambio. Por ende una región, un sector económico, al ser vulnerable resulta más susceptible a sentir los efectos de shocks externos (positivos o negativos), y ser resiliente le permite encarar de manera satisfactoria los efectos de dichos shocks. Las organizaciones empresariales están utilizando el principio de la resiliencia para resolver las graves dificultades y problemas que están enfrentando en el mercado globalizado en el cual desarrollan sus actividades.

En las empresas las disrupciones se presentan de diferentes formas: afectando la producción, las ventas, las finanzas o la calidad. Problemas que si no son superados producirán clientes no satisfechos y se pierde o reduce el mercado. La resiliencia pone a disposición de las empresas los métodos que debe utilizar, cuya aplicación debe ser dirigida por el líder resiliente que –trabajando coordinadamente con los directores, ejecutivos y todos los empleados de la empresa– pone en práctica el plan estratégico,  alineando las actividades a realizarse con los objetivos de la organización, ejecutando todas las acciones para enfrentar y superar los problemas, y así recuperar la posición de la empresa como líder en el mercado y  salir fortalecida después de superar la crisis 

En el futuro, en el Perú, los responsables de formular las políticas deberán adoptar medidas sustanciales para respaldar el aumento de la productividad. Una fuerza que ha contribuido a sacar de la pobreza a millones de habitantes de países en desarrollo, a fin de superar los graves problemas que se enfrentan en esta esfera a raíz de las perturbaciones económicas causadas por la pandemia de Covid-19. El aumento de la productividad –una base fundamental para el crecimiento de los ingresos, la reducción de la pobreza, la disminución de la informalidad– ha venido disminuyendo en el ámbito mundial y en las economías de mercados emergentes y en desarrollo desde la crisis financiera de 200709, en lo que constituye la desaceleración de la productividad más marcada, prolongada y amplia de las últimas décadas. 

La productividad en las economías de mercados emergentes y en desarrollo siguen representando menos del 20% del promedio de las economías avanzadas, y tan solo el 2% en los países de ingreso bajo. Hay, tal vez, una luz de esperanza, dado que los cambios de conducta derivados de la pandemia acelerarán la adopción de nuevas tecnologías, el logro de mayores eficiencias en las empresas, y el ritmo de la innovación científica. No obstante, es fundamental garantizar que estos beneficios se distribuyan ampliamente y que las perturbaciones del mercado laboral impulsadas por la tecnología se gestionen de manera adecuada, tal como se demuestra en los datos que obtenidos en 35 economías avanzadas y 129 economías de mercados emergentes y en desarrollo.

Los factores que han estimulado el aumento de la productividad –como el crecimiento de la población en edad laboral, los logros académicos y el aumento de las cadenas de valor mundiales– han desaparecido o han retrocedido desde la crisis financiera internacional de 2007‑2009. Se ha señalado, además, que el colapso del comercio mundial y las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales durante la actual pandemia, de prolongarse, podrían ser especialmente perjudiciales para las perspectivas de aumento de la productividad en las economías de mercados emergentes y en desarrollo.

Si bien la productividad de las economías de mercados emergentes y en desarrollo ha estado rezagada históricamente respecto de las economías avanzadas, la disminución de las tasas de pobreza en las últimas décadas fue una señal alentadora de que en algunas de estas economías se habían logrado avances en materia de productividad e ingresos. La convergencia hacia niveles de productividad más altos se ha vinculado a diversos factores, entre ellos el aumento de la estabilidad política, la mejora de los sistemas educativos, la diversificación de las economías y la integración a cadenas de suministro mundiales. No obstante, la actual caída de las manufacturas mundiales, el ritmo más lento de crecimiento del comercio, la erosión del capital humano y las perspectivas poco favorables para los precios de los productos básicos, podrían plantear más dificultades para cerrar la brecha.

Incluso antes de la pandemia de Covid-19 se registraba una desaceleración de base amplia del aumento de la productividad. Esto indica que todo paquete de políticas para reactivar el aumento de la productividad debe tener una base amplia similar. Un paquete integral de políticas debería estimular las inversiones en capital humano y capital físico, promover la reasignación de recursos a sectores más productivos, fomentar la adopción de tecnologías y la innovación y propiciar un entorno institucional y macroeconómico acertado. Los empresarios peruanos, en lugar de imaginar una reactivación económica, igual que en el pasado, deberían concentrarse en mejorar los estándares de productividad.

Neptalí Carpio
23 de julio del 2020

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