Iván Arenas
La república caviar en crisis
Ya no tiene legitimidad política ni moral

El reciente cambio en el Tribunal Constitucional (TC) –la elección de seis nuevos magistrados– ha cambiado el panorama político: el cambio podría ser estructural y reconfigurar la correlación de fuerzas políticas. ¿A qué nos referimos con esto último? A que el cambio puede ser de tales dimensiones que podría haber generado, si no lo ha hecho ya, una crisis terminal de la denominada república caviar.
Ahora bien, ¿por qué sostenemos lo de la república caviar? ¿Una exageración, una invención? En absoluto. Llamamos república caviar a aquella estructura política, mediática y judicial que se alzó luego de la caída del fujimorato en el 2000/2001; una estructura que privilegiaba al progresismo, que no obstante nunca haber ganado ninguna elección, se las arregló no solo para tomar las rienda del Estado y sus instituciones, además se apropió de lo moral, lo justo, lo demócratico.
Lo cierto es que esta república caviar fue siempre un humo, una suma de voluntades académicas, políticas, legales y mediáticas cuyo único fin era la apropiación del Estado y la imposición de una forma de entender la historia, la política, la sociedad y, por tanto, el Perú.
Ahora bien, vale decir también que esta república caviar nunca tuvo pueblo. Es decir, esta suma de voluntades, que van desde liberales progresistas hasta izquierdistas de todos los pelajes, está y estuvo siempre sobrerrepresentada políticamente. Todas las iniciativas y partidos políticos han fallado por una sencilla razón: están lejos de la sociología del Perú y de espaldas al mundo popular, ancho y ajeno, que con sus instituciones plebeyas y conservadoras, los vota apenas. De allí sus constantes fracasos electorales.
La república caviar produjo además un relato, una narrativa poderosa que sacó provecho hasta el hartazgo de la antipolítica, y que practicó la cultura de la cancelación y el veto. Si hoy Castillo es presidente es porque la república caviar denigró el pacto y el acuerdo, y se azuzó el veto; no obstante que la política se inventó para evitar las guerras. La antipolítica trajo a Castillo.
Hoy toda la arquitectura que sostiene a la república caviar se tambalea por una cuestión vital: ya no tiene legitimidad. Ni en lo político, ni en lo mediático, ni en lo moral y menos en lo social. La narrativa, desde el 2001, se les cae ladrillo a ladrillo. Si hay algo que reconocer en la elección de los magistrados del TC es que los adversarios se pusieron de acuerdo, pactaron. Porque de eso se trata la política, como dije arriba.
Ahora que se desmonta la república caviar, y se expulsa a sus representantes de las instituciones y medios por haber controlado a su antojo al Perú, queda saber quién llenará semejante vacío de poder. Y si usted cree que la batalla para equilibrar las cosas solo se trata de cambiar de fichas en las instituciones del Estado, se equivoca. Tenemos que ir por la historia, y saber cómo se escribió y quién escribió la historia del Perú. Y por qué desde la iniciación de la República se obvian los 300 años de historia hispana, como si no existiera.
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