La reconstitución de Sendero Luminoso

Aunque para los peruanos de bien la muerte del criminal Abimael Guzmán sea motivo de celebración, para los militantes senderistas la desaparición de su “Presidente Gonzalo" es un nuevo hito en lo que ellos denominan la “historia de la guerra popular prolongada”. Y además  abre varias interrogantes sobre el presente y futuro del grupo terrorista, y sobre sus objetivos en corto, mediano y largo plazo. 

Cabe recordar que uno de los hitos de esa “historia” fue la captura de Guzmán, a inicios de los noventa, por el fujimorismo: un hito que dio lugar al "repliegue" o al "recodo". Ahora bien, con la muerte de Guzmán todo indica que se abren dos interrogantes. La primera es quién asumirá la presidencia del clandestino Comité Central, que aún funciona y del que Guzmán era el presidente y máxima cabeza hasta su muerte. Todo indica que sería Elena Iparraguirre, segunda al mando y mano derecha de Abimael, quien asumiría la presidencia del grupo terrorista.

Sendero Luminoso –fiel al leninismo– es un partido burócrata que mantiene muy intactos todos los vicios de las jerarquías, los mandos y las documentaciones, y el anacronismo de la planificación ortodoxa. De allí que consideramos que el hito de la muerte de Guzmán originará la organización de un nuevo congreso del Comité Central en la clandestinidad. De realizarse este evento, sería entonces el segundo congreso del partido desde 1988-1989.

La otra gran interrogante es qué posición asumirá ahora y en un futuro Sendero Luminoso con respecto al Gobierno de Castillo (en el que tendrían algunas cuotas de poder) sobre las posibilidades de un nuevo ILA (inicio de la lucha armada). O por el contrario, proseguir la lucha política e ideológica en la superestructura, que todo indica que le ha brindado varios éxitos. 

Pocos recuerdan que el propio Abimael en 1995 llamaba públicamente a votar por Alberto Fujimori (“si pudiera votar lo haría por usted”, dijo entonces). Eran los días del llamado de la cúpula senderista a “cerrar y solucionar los problemas derivados de la guerra interna”. Entonces hubo un intenso debate, en el que la cúpula encarcelada impuso un cambio de la estrategia: de la lucha por la vía armada a la lucha por la vía política. Sendero entonces apostó por el frentismo popular, las universidades y algunos sindicatos, como el magisterio.

¿A qué vamos con todo lo anterior? A que con la muerte de Abimael existe un nuevo ímpetu en Sendero (compuesto por profesores estudiantes universitarios, jóvenes, dirigentes sindicales y líderes sociales; todo ellos cuadros y no masa) para continuar la lucha por la vía militar. En tanto que el otro sector –el de Elena y los cuadros experimentados– apostaría por continuar la lucha por la vía política que, repetimos, le ha dado buenos resultados, al punto de colocar filosenderistas en puestos claves en ese Estado burgués que tanto quiere destruir. El caso Iber Maraví es sin duda el más exitoso. 

La muerte de Abimael entonces generará un debate interno en el todavía existente pero clandestino Partido Comunista del Perú. De allí saldrán las decisiones trascendentales para el próximo decenio, que es como los senderistas planifican sus objetivos y estrategias. Esta es solo una reconstitución del senderismo, cuyos cuadros piensan en el largo plazo, con la paciencia maoísta de la “razón, ventaja y límite”, y pensando en que la guerra popular es prolongada, atemporal y ortodoxa. 

¿Cómo llegaron a conseguir tanto en estos últimos 30 años? Sin duda hay un trabajo de hormiga; sobre todo de los mandos medios que, otrora encarcelados, ahora están “batiendo el suelo”. Pero también hay una enorme responsabilidad de la izquierda caviar, que dio (y da) justificación histórica al maoísmo senderista cuando dijeron que hubo un conflicto armado interno, y que las condiciones de pobreza devienen siempre en terrorismo.