La propiedad y los fondos de pensiones

Reflexión sobre la propiedad y los ahorros

Actualmente soy propietario de un fondo dinerario que no puedo disponer y, que además, tengo que robustecer obligatoriamente. Todos los meses mi empleador retiene parte de mi sueldo y lo deposita en una cuenta ¿Y no puedes darme el sueldo completo? Le pregunto. No, la ley nos lo prohíbe, me responde. 

Actualmente, no sé cuánto dinero tengo y no me interesa saberlo. Me ocupo de las cosas que dispongo. Valoro más el presente que el futuro. No hago planes con lo que recibiré en 25 años, pues hasta entonces muchas cosas pueden ocurrir. Puedo morir o que la ley disponga una suerte distinta de mi ahorro. Mejor no me hago ilusiones.

Mi fondo de pensiones es como esa cadena de oro. Nunca me interesé por ella ni por saber si el precio del oro subía o bajaba ¿Qué sentido tenía? Pueda que parezca irracional pero mi actuar no es singular. Mucha gente actúa así. Indiferente ante cualquier cambio que el sistema ofrezca, pues mientras no haya propiedad real, el cálculo pierde sentido.

Tal comportamiento es inentendible por algunos políticos y académicos notables ¿Por qué la gente no elige la administradora de menor comisión? ¿Por qué no responde a los incentivos ofrecidos? Lo que pasa, dicen, es que el mercado falla. Entonces, nuevamente, hay que recurrir a la ley. Si mediante la ley es posible reducir las comisiones ¿Por qué no hacerlo?

¿Por qué la gente no actúa? Lo que ocurre es que el sistema privado de pensiones no es propiamente un mercado como se piensa, sino, simplemente un mecanismo político que replica algunos aspectos del libre cambio. Para que exista mercado debe haber propiedad. La propiedad es la pertenencia, la facultad de disponer de algo. Sin propiedad no hay mercado. Las comisiones pueden variar y la gente simplemente no actuará. Mejores cosas hay por hacer.

¿Pero cómo? ¿Acaso no existe propiedad? ¿No son los afiliados dueños de sus ahorros? Jurídicamente sí, pero sociológicamente son tan dueños de su fondo como yo de mi cadena. Pedir que la competencia concurra bajo estas condiciones es como pedir a un perro que maúlle. Pueda que gran parte de la gente valore más sus asuntos presentes que los futuros o decida arreglar su futuro de una forma muy distinta a la que el estado ofrece.

La noción de propiedad no es la misma para la sociología que para la ciencia jurídica. Para la sociológica, la propiedad es la facultad de decidir sobre el empleo de un bien. Es propietario quien dispone. Esa es la propiedad natural que representa una relación puramente física entre el hombre y los bienes que dispone. A decir del economista Von Mises, eso es independiente de la vigencia de un orden regulado por el derecho.

Desde el punto de vista económico, la posesión natural es lo que cuenta. La importancia de la propiedad jurídica radica en el apoyo que ésta brinda a la obtención,  conservación, y recuperación de la propiedad. Cuando cumpla 65 años podré legalmente reclamar mi dinero aduciendo un derecho, antes no. La ley no me faculta. Y así, mientras no exista propiedad natural, dudo mucho que la gente actúe del modo que los tecnócratas pretenden.

El gran mérito de los Administradoras Privadas de Pensiones (AFP) ha sido haber demostrado que el dinero, fuera de las manos del estado, está mejor. Sin embargo, la propiedad jurídica no basta. Es necesaria la propiedad natural, es decir, la facultad de disponer materialmente de su dinero.

Por: Walter Puelles