Francisco de Pierola

La persistencia del error

Una llamada al empresariado y la derecha peruana

La persistencia del error
Francisco de Pierola
20 de diciembre del 2024


Estamos próximos a cerrar el año y siempre es prudente hacer una reflexión de lo que fue y de lo que será. Una mirada a las oportunidades que nos deja este 2024 para poder mejorar en los venideros años.

El siglo pasado fue testigo de un cambio paradigmático en la comunicación. La televisión desplazó a la radio como el medio de información y entretenimiento más importante. Con la llegada de Internet, se pensó en una coexistencia entre lo digital y lo tradicional, pero la historia demostró lo contrario: los canales digitales han tomado la delantera. Este cambio no es solo tecnológico, sino también cultural, y sus efectos trascienden la información para configurar ideologías y moldear sociedades. La pregunta es: ¿qué está haciendo la derecha peruana, particularmente el sector empresarial, para adaptarse a esta nueva realidad?

Mientras la izquierda progresista y el socialismo contemporáneo han sabido usar el soft power como una herramienta efectiva, la derecha parece atrapada en esquemas obsoletos. El soft power, recordemos, es la capacidad de influir mediante la cultura, los valores y la narrativa, en lugar de imponer o coaccionar de manera directa. En este caso, el poder no emana de la fuerza o la autoridad explícita, sino de la configuración del imaginario colectivo. A través de una coerción no violenta, se sugiere qué es "normal" y qué es aceptable, generando un consenso implícito.

Los ejemplos en el Perú abundan. Plataformas como “No Somos TV” y “La Roro Network” se han convertido en bastiones del discurso progresista. Sus panelistas, mayoritariamente filo socialistas, han logrado articular un discurso que combina el entretenimiento con mensajes ideológicos. En un segmento pueden comentar el último partido de la selección peruana, recomendar una película taquillera y, casi sin que el público lo note, deslizar la idea de que cambiar la Constitución es el camino para eliminar la pobreza.

La efectividad de esta estrategia radica en su capacidad de conectar con una audiencia joven que no consume televisión tradicional, salvo para eventos deportivos o acontecimientos históricos en vivo. Estos comunicadores simpáticos, con su lenguaje juvenil y referencias populares, han logrado que su mensaje no sea percibido como propaganda, sino como parte del contenido cotidiano. La sutileza de su narrativa hace que las ideas de izquierda calen en una generación que será clave en las próximas elecciones.

¿Y la derecha? ¿Qué hace el empresariado peruano? Lo de siempre. Espera hasta último momento para decidir a quién apoyar, basando sus elecciones en cálculos cortoplacistas y confiando en estrategias de campaña anticuadas. Los resultados están a la vista: o un presidente caviar o uno comunista. La derecha, al igual que el empresariado, parece incapaz de aprender de sus errores.

Es necesario reconocer que los políticos son esclavos de la voluntad popular. Su poder emana del pueblo, y es a ellos a quienes se deben. Por eso, cualquier estrategia política que no considere la configuración del imaginario colectivo está destinada al fracaso. En este escenario, el empresariado tiene una responsabilidad que trasciende lo económico. No tienen la obligación, pero sí el deber moral, de contribuir al desarrollo de un país que garantice la estabilidad política y el crecimiento económico. Y esto comienza con una inversión inteligente en personas e iniciativas que defiendan principios y valores acordes con una visión de prosperidad.

Invertir en medios de comunicación alternativos, plataformas digitales y narrativas que conecten con las nuevas generaciones es una tarea urgente. No basta con financiar campañas políticas de último minuto. Es necesario construir una base cultural y mediática que pueda competir con la hegemonía progresista. Esto implica desarrollar talento, apoyar a creadores de contenido que promuevan ideas de libertad y mercado, y, sobre todo, cambiar la narrativa desde el entretenimiento hacia los valores.

El empresario que espera que sus negocios prosperen en un entorno económico y político estable debe entender que su rol no termina con la generación de empleos. Si el país cae en manos de un proyecto comunista o de una izquierda radical disfrazada de modernidad, será difícil mantener las condiciones para el crecimiento económico. La defensa de los valores de la libertad económica, el estado de derecho y la democracia empieza en el terreno cultural.

La izquierda entendió hace tiempo que la batalla se gana en las mentes antes que en las urnas. Ha sabido usar la cultura popular como un caballo de Troya para insertar sus ideas sin que parezcan ideológicas. En cambio, la derecha sigue obsesionada con debates abiertos y explicaciones técnicas que no conectan con el ciudadano común. Este enfoque no solo es ineficiente, sino que perpetúa la desconexión con la sociedad.

Si queremos evitar que el Perú caiga en manos de un nuevo experimento populista o socialista, es hora de que la derecha y el empresariado despierten. La cultura es el campo de batalla, y cada día que se pierde es un paso más hacia la irrelevancia. La historia no perdona a los que no saben adaptarse, y el tiempo para cambiar es ahora. De lo contrario, seguiremos lamentándonos mientras el país se hunde en un ciclo de errores repetidos y consecuencias anunciadas.

PD: miren el contenido que crea el defenestrado expresidente Martín Vizcarra. Su audiencia no ve los titulares de los diarios ni los dominicales. Su universo es otro. Y en ese universo, el Lagarto crea su propia realidad que es percibida por quienes elegirán al próximo presidente.

Francisco de Pierola
20 de diciembre del 2024

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