David Auris Villegas
La opacidad pedagógica de Dina Boluarte
No revela la verdad acerca del origen de sus joyas

En lugar de discutir acerca de cómo mejorar la educación o la de construir y equipar las escuelas, los relojes Rolex y las pulseras Cartier que luce la presidenta Dina Boluarte acaparan todos los medios de comunicación peruanos, convirtiéndose tristemente en una ridícula tendencia. En un país arrinconado por la delincuencia, la corrupción, la pobreza, la inequidad, la crisis institucional y con casi todos los expresidentes en el banquillo de acusados, la falta de transparencia que esgrime la presidenta contribuye a nuestra debacle social.
Para comprender la fatal actitud poco transparente, en términos educativos, se podría afirmar que la presidenta, sin saberlo, practica la opacidad pedagógica, lo cual implica la falta de transparencia de un docente ante los estudiantes. Boluarte no revela la verdad acerca del origen de sus joyas de alta gama. Dado que el Ministerio Público ha solicitado que los exhiba, pero ella se niega a hacerlo y, por el contrario, desafía a las leyes y posa al lado de los altos mandos de las fuerzas armadas, el experto Enrique Ghersi se plantea la interrogante de si este hecho es un intento de intimidación al Poder Judicial o al Ministerio Público.
¿Sería ético que una mandataria ostente joyas valoradas en US$ 100,000 en las escuelas, cuyos estudiantes demandan el servicio de agua potable en su hogar y en la escuela? Creo que no, pues esa jactancia es una cachetada a la dignidad humana. No contenta con verse toda emperifollada de joyas, siempre se ufana de tener las manos limpias en los lugares a donde va, como si le remordiera la conciencia. No le importa que la anemia infantil haya aumentado en el Perú hasta 43,1 %, según la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Endes 2023), solo le interesa relucir huachafa y oropelada.
Esta absurda ostentación de la presidenta evidencia un mensaje de desconexión y falta de respeto hacia la ciudadanía, que no lo está pasando bien. Reflexionar acerca de las joyas de Boluarte no es una acción de envidia, sino que se le solicita transparencia como la más alta funcionaria del Estado. La carencia de honestidad la convierte en un pésimo ejemplo para la sociedad, especialmente para los niños y adolescentes en edad de aprendizaje. Además, esta opacidad destruye nuestra imagen internacional, ahuyentando el turismo y las inversiones que tanto necesitamos para el crecimiento económico del país.
Como si esto no fuese suficiente, la Unidad de inteligencia financiera (UIF), de la Superintendencia de Banca y Seguros, ha detectado que Boluarte posee en su cuenta la suma de US$ 300,000. Según el diario La República, sus joyas estarían valorizados en US$ 500,000. Todo esto transmite un mensaje a la sociedad: que ser presidente, ministro o alta funcionaria, con algo de cinismo y fina frivolidad, es un gran negocio.
Boluarte, la mujer más poderosa del Perú, con sus actitudes poco transparentes y un pavoroso cinismo, está aniquilando moralmente la labor de los docentes, quienes se dedican a cultivar en los estudiantes, valores como la honestidad y el respeto a la dignidad humana.
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