Eduardo Zapata

La mano que mece la cuna

Sospechosas matemáticas en la Fiscalía

La mano que mece la cuna
Eduardo Zapata
24 de enero del 2019

 

La relación del acuerdo entre la Fiscalía y la “colaboradora” (palabra que se repite hasta el cansancio) no hace sino confirmar la sospecha.

Habíamos dicho en este espacio que los implicados y responsables de delitos por la parte peruana en el caso Lava Jato (autoridades políticas, empresas constructoras, estudios de abogados y consultores financieros, técnicos del diseño del proyecto y empresas supervisoras y periodistas) habían cometido el delito de traición a la patria. Lo dice el Título XV del Código Penal, titulado Delitos Contra el Estado y la Defensa Nacional, Capítulo I (titulado Atentados Contra la Seguridad Nacional y Traición a la Patria). El Artículo 325 es sumamente explícito. En el contexto del concepto de traición a la patria y de lo que constituye un atentado contra la integridad nacional señala: “El que practica un acto dirigido a someter a la República, en todo o en parte, a la dominación extranjera… será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años”.

Cuando aún eran las épocas aurorales de las investigaciones de los Hamiltons y de los Pablitos era claro que, más que un arreglo legal y económico para el país, se buscaba un “arreglo” entre intereses brasileños y peruanos, en el que no interesaba lo cuantitativo sino lo cualitativo: perdón del infractor incómodo a cambio de delación políticamente sesgada. A costa de la pérdida de millones de resarcimiento para el país. A costa de la dignidad del país. Simplemente para salvaguardar intereses económicos y aprovechar la coyuntura para el cuento de la “lucha anticorrupción” y focalizarse en los supuestos enemigos del régimen. “Lucha” que —más que obvio— ´dirigía´ la Fiscalía.

Se cruzó por allí un Fiscal (cuestionable por otros asuntos), pero que se atrevió simplemente a indagar por el Convenio “secreto”. Ello desató la feroz campaña mediática que evaporó al señor Chávarry.

Paralelamente la industria mediática (escrita, televisiva, radial, encuestadoras de opinión, ejércitos de trolls) construía como héroes a los fiscales Domingo Pérez y Rafael Vela y los hacían sinónimo de honradez acrisolada. Intocables. Casi como aspirantes a una “Junta de notables”.

Revelado el documento del acuerdo, queda clara la sospecha que rondaba desde los tiempos de Hamilton-Sánchez. No interesaba el monto a reparar, ni las sanciones a todos los involucrados. Era claro que se trataba del pretexto ideal para focalizar proyectos y personajes incómodos.

La mano que mece la cuna del affaire Lava Jato —haciendo referencia al título de una conocida película— ha sido la mismísima Odebrecht. Financiando (una vez más) a un gobierno, a cierto periodismo “de investigación” y a la prensa —en apariencia— de opinión. Todo ello para sacarle de encima al gobierno a sus adversarios, proteger a sus aliados y ellos —la empresa— zafarse de toda responsabilidad.

¡Claro que este acuerdo tiene beneficiarios! Pero no son los ciudadanos peruanos. Sí lo son la empresa corrupta y sus asociados nacionales. Pero al haber circunscrito todo a cuatro obras, Susana Villarán queda como la inmaculada que mediáticamente nunca dejó de ser, Alejandro Toledo quedará como el no extraditable que siempre fue y Ollanta y Nadine no tienen obra investigada entre las cuatro. Entonces el asunto está logrado: los amigos salvados, la señora K ya presa y el señor García podría estarlo pronto por el sistema políticamente teledirigido de las delaciones premiadas.

Las matemáticas de los fiscales y el procurador son la negación de Baldor. De esto ya se han ocupado los especialistas. Y no hablemos del daño a la dignidad del país y a su imagen. Esas palabras han desaparecido en el honorable acuerdo.

Lo que resulta claro es que de la lectura de los signos conductuales de actuaciones y omisiones en el caso Lava Jato, y ahora de la lectura del acuerdo, no quedan dudas de que el señor Vizcarra es una pieza más de lo que el ex presidente del Tribunal Constitucional llamó “los cuellos blancos de Choquehuanca”. Calle donde está ubicada la casa de PPK y que fue visitada hace poco con reverencial “cariño” por el presidente Vizcarra. Total, así es la nuez.

 

Eduardo Zapata
24 de enero del 2019

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