La izquierda y la derecha que el Perú espera

No es concebible el empleo de la mentira como una estrategia política para convertirse en autoridad. Una cosa es tener diversas aproximaciones sobre un problema determinado y otra es distorsionar totalmente la realidad. Por ejemplo, cuando se produce un derrame de petróleo por falta de mantenimiento del oleoducto resulta justificado el reclamo de las comunidades nativas y hay que ver la mejor forma de reparar el daño. Empero, ¿qué sucede cuando el oleoducto es perforado intencionalmente? Sea cual fuere el o los responsables deben ser sancionados.

Lamentablemente la sola ocurrencia de un derrame suele despertar las alarmas de las ONG y organizaciones políticas, generalmente de izquierdas. En muchos casos, y desafortunadamente, los partidos políticos de derecha evitan pronunciarse ante estos hechos, ya sea por el ejercicio de la cautela antes de opinar o la espera de que se esclarezcan los hechos. Lo cierto es que en el interín los medios de comunicación ya deben haber posicionado el mensaje de quién esté dispuesto a decir algo, aunque esté alejado de la verdad. Eso representa un riesgo.

Si queremos institucionalizar el país tenemos que aprender todos a ejercer la ciudadanía. Cuando en esta columna se aguijonea a la izquierda enrostrándole sus errores y más, lo que estamos demandando de ellas es que dejen de una vez por todas la estrategia de convertir en enemigo a quien debe ser su rival político para consolidar la democracia por medio de la alternancia en el poder.

El espejo en el que muchas veces no queremos mirarnos, pero siempre terminamos frente a él, es Chile. Nuestros vecinos del sur han pasado de Bachelet a Piñera en dos oportunidades. Bachelet representando a un conjunto de izquierdas que hace algunas décadas renunciaron al concepto de lucha de clases, que reconocen el aporte creativo del mercado y, por ende, respetan la competencia y la libre iniciativa privada. Piñera, en adición, cree en un Estado moderno y más eficiente que no termine apropiándose de manera indiscriminada de la riqueza de sus ciudadanos.

En el Perú, las izquierdas siguen creyendo en “un mayor Estado para garantizar los derechos de la ciudadanía”. ¿Habrán reflexionado acerca de esta afirmación? En la experiencia histórica, un mayor Estado no ha significado garantizar los derechos de los ciudadanos, sino todo lo contrario. Mientras mayor es la discrecionalidad de la administración del Estado, el ciudadano termina más expoliado. Siempre afirman que se requieren mayores recursos para la educación, la salud, la seguridad ciudadana y el desarrollo de infraestructura. Pero sucede que cuando el Estado concentró mayor capital de la ciudadanía, la corrupción avanzó más y las justificaciones que se esgrimieron para que el Estado recaude más de los siempre pocos cumplidos contribuyentes cayeron en saco roto.

Unas verdades que las izquierdas siempre deben tener presente son: 1) No se puede distribuir aquello que no se ha producido. 2) Resulta un ejercicio populista oponerse al desarrollo de cualquier emprendimiento económico por más eventuales adhesiones que esa oposición genere. Recuerden que retrasaron 21 años la construcción de Camisea. 3) Parte del ejercicio político es educar a la ciudadanía. El Perú no puede renunciar al aprovechamiento de sus recursos naturales; ningún país lo hace ni lo ha hecho en el pasado. 4) Si efectivamente las izquierdas han renunciado a la violencia, por qué están presente en movimientos de corte paramilitar, como los autodenominados “etnocaceristas”, por qué guardan silencio frente a la extorsión que ejercen algunos sindicatos de construcción civil, por qué imponen cuotas (donaciones forzadas) a quienes libremente no desean hacerlo, bajo amenaza de destruir sus bienes.