La importancia probatoria

Quien acusa tiene que probar la acusación, pues se presume la inocencia hasta que no se pruebe lo contrario. Es una verdad de Perogrullo, pero también un principio constitucional. Se exige objetividad para acusar; no basta el indicio ni la sospecha, tiene que probarse. Y quien tiene que probar la veracidad de la acusación es quien acusa, y no obligar al acusado a probar su inocencia. Cuidémonos de preservar la justicia objetiva, pues la subjetividad es la madre de todas las pasiones, odios o rencores. Lo que enfrentamos los peruanos en estas elecciones es validar la voluntad de sus ciudadanos de ser representados por quien es elegido democráticamente. La democracia es la igualdad perfecta de los derechos individuales. Nadie tiene un voto más válido que otro. Todos valemos lo mismo. Es un derecho que defenderemos hasta las últimas consecuencias.

Sin embargo las condiciones en que se ejerce el derecho de sufragio (la ley electoral, art. 363.b de la LOE) contemplan la posibilidad de que los Jurados Electorales Especiales declaren la nulidad de la votación realizada en las mesas de sufragio cuando haya mediado fraude, cohecho, soborno, intimidación o violencia para inclinar la votación en favor de una lista de candidatos o de determinado candidato. Perú Libre presentó impugnaciones a cerca de 300,000 votos de Keiko Fujimori tan pronto escucharon el flash del domingo a las siete de la noche, que establecía un empate entre ambas candidaturas. Fuerza Popular no había presentado aún ninguna impugnación .

Son tan endebles las impugnaciones a las actas donde Keiko gana con amplio margen que estoy seguro de que una vez revisadas públicamente se impondrá el respeto a todos los demás votos. Y que si una célula genera dudas, esta no invalidará los votos de toda la mesa. La intención de Cerrón era detener la contabilidad de estas miles de células de sufragio que favorecen a Keiko para de esta forma lograr un pronunciamiento apresurado de la ONPE y dar como ganador a Castillo. No contaron que la movilización social iba a transparentar la burda pretensión de Perú Libre y dejar al descubierto a la vez los casos de falsificación de miembros de mesa y otras irregularidades halladas en 802 mesas de sufragio, que representan aproximadamente 200,000 votos adicionales.

Vemos así la gran diferencia en el comportamiento democrático entre los partidos, ya que mientras Fuerza Popular solicita activar los mecanismos de revisión que contempla la ley, el partido Perú Libre juega sus cartas intimidatorias: Castillo se proclama ganador y promueve una movilización sobre Lima. Si se producen disturbios se lavará las manos y dirá que el pueblo así lo quiso. ¿Nos ofrece el gobierno garantías que eviten el caos y la violencia? ¿No es momento de declarar estado de emergencia?

La amenaza que se cierne sobre Lima es un reflejo exacto de lo vivido en los Andes peruanos, donde la falta de personeros no fue un descuido de Fuerza Popular, sino producto del miedo de ser personero en lugares hostiles, donde tener el polo de Keiko era un peligro inminente. En Puno, Cusco y Ayacucho ganó Castillo con el 85% de la votación. Solo esos tres departamentos le sumaron 2.42 millones de votos. ¿Cuántos personeros pudo acreditar Fuerza Popular en estas zonas? La intimidación no se puede probar, aunque sea causal de nulidad; pero resulta obvio que un partido sin capacidad de defender sus derechos es un partido menguado y en desventaja. Cómo, si no, es posible que en 132 mesas Castillo obtenga más de 14,000 votos y Keiko ninguno.

No puede haber apuro cuando de por medio está el futuro de la patria. Es vital que los 500,000 votos que van a revisarse se hagan con todo el rigor legal y público. Y solo después de agotar este conteo se proclame al ganador. Las marchas hacia Lima son un claro ejemplo de cómo gobiernan los regímenes autoritarios. Estamos advertidos: guerra avisada no mata gente.