Patricio Krateil
La importancia de Occidente
En la conceptualización del conocimiento y la ciencia
En mi columna anterior explique la importancia de reconocer las jerarquías culturales; es decir, entender que no todas las culturas son iguales y que el relativismo cultural impulsado por el progresismo no solo es una amenaza para el mundo libre, sino también una contradicción en sí misma. Existen mejores culturas que otras y eso es un argumento irrevocable.
Además, hablé sobre la importancia de occidente para la historia de la humanidad, siendo esta la cultura por excelencia. En primer lugar, me centré en la sección que llamé “Política y sociedad”, en la que sostuve la importancia del legado occidental en la justicia, la institucionalidad y el desarrollo económico de manos del capitalismo.
En esta columna, me centraré en la segunda sección, que específicamente decidí llamar “Inteligencia y prosperidad”, que comprende la conceptualización del conocimiento y la ciencia.
Inteligencia y prosperidad
- Ciencia y pensamiento crítico
La cultura occidental desde tiempos griegos ha tenido siempre una cercanía a tratar de explicar los fenómenos naturales a través de la razón y observación. Pitágoras y Tales de Mileto podrían ser considerados por algunos como los primeros científicos, pues trataron de, a través de las matemáticas, entender el mundo. Tratando de crear un sistema acorde a la naturaleza. En otras palabras, pretendieron identificar la explicación del fenómeno no en lo metafísico sino en lo epistémico.
Siglos después, en la modernidad, vendría la gran revolución científica, en donde precisamente se da origen al método práctico para hacer ciencia. El famoso método científico que consiste en contrastar una hipótesis mediante la experimentación.
Una primera fase de esta revolución se dio en el renacimiento al retomar muchos postulados de la antigua Grecia y tuvo su momento máximo con la publicación de Galileo “Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo”, en donde se debate sobre el movimiento del universo en torno al sol. Esto le causó a Galileo acusaciones de herejía, puesto que ponía en cuestión el paradigma existente.
Pero lo cierto es que el gran heraldo de la revolución científica de la modernidad es Isaac Newton. Este formuló las leyes del movimiento y de la gravedad.
La revolución científica, precisamente lo que origina, es el cambio de la filosofía teórica a la ciencia práctica. Hasta siglos atrás no había una correcta distinción entre filosofía y ciencia. Aristóteles habló de botánica y física, por ejemplo, sin hacer un esclarecimiento para diferenciar las áreas.
Y así, fue el legado de la antigüedad.
Pero la idea de demostrar resultados mediante experimentos y que estos mismos se utilicen de acuerdo con los resultados arrojados para confirmar, ajustar o negar teorías específicas fue el paso más grande dentro de la historia de la ciencia. Si hoy en día tenemos un método científico que nos puede salvar del Covid-19 o nos puede hacer llegar al espacio, es porque los valores científicos fueron fundados en occidente. Sin griegos no hay renacimiento, sin renacimiento, no hay revolución científica y sin esta última no hay método práctico para determinar si una hipótesis es empíricamente adecuada o no.
- Ética ciudadana
Respecto a la ética occidente también ha sido el que pasos mas grandes ha dado a lo largo de la historia no solo revindicando el derecho individual y siendo los primeros en instaurar la igualdad ante la ley, aboliendo la esclavitud y dándole igual de oportunidades a las mujeres. Sino que su ética ciudadana, la que podríamos definir como el convivir social en una determinada comunidad, que está a años luz de las demás culturas, se basó siempre en una mirada cautelosa del ser humano, conociendo sus limitaciones y favoreciendo sus virtudes.
Esta se basa en el individuo como núcleo fundacional de toda sociedad y en la familia como su corolario. Desde Aristóteles podemos rastrear en Ética a Nicómaco la idea de la virtud como hábito que se cultiva día a día. Hacer el bien no porque sea lo mejor para la sociedad, lo cual es verdad, sino porque es lo mejor para el ser humano. En otras palabras, tenemos una herramienta como la razón que nos permite tomar decisiones en función de la experiencia y observable, precisamente esta es la que nos exclama que buscar la excelencia es lo que nos hará sentirnos satisfechos con nosotros mismos.
Aristóteles, que podríamos considerar junto a Platón, los grandes arquitectos de la cultura occidental, entendía la importancia de la comunidad, pero siempre partiendo de la persona en singular como el que debe ser un ejemplo. Manteniendo rectitud y virtud.
Occidente contempla la ciudadanía como un derecho a ejercer, pero con normas sociales algunas tácitas y otras mediante legislatura que limitarán ciertos comportamientos no deseables. El deber cívico de no molestar al vecino o de no ensuciar las calles, son valores que convergen en la idea de un bien común pero que nacen precisamente porque occidente comprendió que es el ser humano como tal quien tiene el poder, no lo metafásico o arbitrario, sino la acción humana la que produce el valor social.
- Distinción Estado-Dios
Precisamente por lo que explica anteriormente es que occidente fue el primero en separar a Dios del Estado. No solo dando libertad y derechos iguales a los nativos andinos, mediante una lectura más correcta de la cristiandad, sino entendiendo que “Al cesar lo que es del Cesar”.
La política es una creación humana que trata de generar sistemas o formas de organización social acordes a la humanidad, que no es otra cosa que a la existencia o a la naturaleza misma.
Si la metafísica es precisamente el ser humano en tanto ser humano, la política no puede provenir de lo metafásico. No se puede organizar la naturaleza con la naturaleza o pretender que esta se organice a sí misma, sino viendo cómo es que funciona la existencia (en este caso el humano). Es que se van creando instituciones o formas de organizarla de mejor manera. Esto último es la distinción entre la existencia misma (metafísica) y el conocimiento adquirido (para luego ponerse en práctica) de la existencia. Este proceso es epistemológico, no metafísico.
Esa distinción es la que generó que Dios no sea sinónimo de Estado, pues este último es creación humana.
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