Dante Bobadilla

La histeria sin fin

La histeria sin fin
Dante Bobadilla
13 de julio del 2017

La prensa ya no vende noticias sino escándalos

El periodismo me impresiona cada vez más por su desdén a la realidad y su pasión por el relato aderezado de prejuicios y lugares comunes. Los hechos objetivos y simples no bastan, requieren el comentario emotivo e indignado. El reporte de los hechos se convierte en cacería de brujas en busca de responsables, lo que era una rutina cotidiana se vuelve, de pronto, anécdota descubierta que merece el escrutinio minucioso en detalles que sorprenden.

Un bus de turismo vuelca por la impericia del conductor y una vez más se desata la histeria. Los medios aparecen como buitres en busca de sensacionalismo y culpables. Descubren que el cerro San Cristóbal es recorrido a diario por buses de turismo y se interesan por la forma en que están construidos, por la cantidad de pasajeros, el ancho de la vía y la famosa licencia o permiso. ¿Tenía? ¿Quién controla?

La licencia no es más que un papel que se tramita previo pago en caja. Es fácil. Solo hay que llevar el cúmulo de papeles que pide el burócrata. Las combis asesinas que han ocasionado miles de accidentes y cientos de muertos en los últimos veinte años tienen licencia. La licencia es básicamente un negocio de los municipios. Hasta han tenido el cuajo de enfrentarse municipios de Lima, Huarochirí y el Callao por el negociado de las licencias. Toda licencia no es más que eso: negocio.

La licencia no es control y menos garantía de seguridad. Ese bus de turismo bajando a esa velocidad ante esa curva se hubiera volteado igual, aunque tuviera licencia, guardavía, certificado de la ONU y bendición del papa. Fue negligencia del conductor y punto. ¿Por qué le buscan cinco pies al gato?

A nadie le gusta la realidad simple. Es sosa y no vende. Los muertos no bastan. Hay que convertirlo en un escándalo. En el video se ve que un bus de turismo desciende tranquilamente delante del bus siniestrado, tal como lo hacen todos los días varios buses que suben y bajan sin problemas. Pero todo eso está cerrado ahora no por un accidente sino por el escándalo. Accidentes hay siempre. No hay manera de evitarlos, aunque se obsesionen con el “control de las autoridades”. La obsesión por el control fue coronado por un tuit presidencial pidiendo un nuevo organismo público.

La prensa ya no vende noticias sino escándalos, no ofrece información sino pasiones, emociones. Hace tiempo que no importan la objetividad ni la verdad. Los noticieros son reality shows donde los narradores son ahora opinólogos y criticólogos que lo saben todo de todo. La realidad no importa. Es la era de la posverdad y del relato. Los reporteros son más exitosos cuanto más estúpidas e irreverentes resulten sus preguntas. La transmisión en vivo sirve para mostrar “el preciso lugar” donde ocurrió algo, pero donde ya no hay nada más que una mancha de sangre. De tanto opinar sobre cosas que no saben, a veces hacen el ridículo como lamentar los cinco años que un astronauta pasa viajando en una sonda a Júpiter.

Y no hablemos de los columnistas. Hoy que están por meter presos a Ollanta y Nadine, un seboso columnista escribe en su columna que “Fujimori se levantó el país en peso”. No exagero si digo que más de la mitad de estos columnistas juntos no valen un centavo, y solo están allí para cacarear sus mitos antifujimoristas, al margen de lo que ocurra en este país. No tienen mérito alguno para estar en un medio.

Si a esto le añadimos los comentarios que las redes sociales permiten debajo de cada noticia, la cosa llega a niveles de cloaca. Como alguien dijo: “hasta que tuvimos redes sociales, no supimos la cantidad de mierda que tanta gente tiene en la cabeza”. Por mi parte confieso que he perdido la esperanza en la especie humana. Cada día estoy más convencido de que nos extinguiremos víctimas de la estupidez de las masas y de la masificación. Algo que muchos confunden con “democratización”.

 

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
13 de julio del 2017

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