Arturo Valverde

La herencia literaria

Dos grandes cuentistas: Chejov y Maupassant

La herencia literaria
Arturo Valverde
20 de octubre del 2021


En anteriores oportunidades hemos conversado acerca de los escritores Antón Chéjov y Guy de Maupassant. Nos detuvimos en uno que otro cuento de ambos autores, y repasamos también parte de la correspondencia del ruso acerca de sus ideas sobre la creación literaria, en especial del cuento.

Pero, ¿qué pensaba uno acerca del otro? ¿Seguía uno con interés la obra o producción literaria del otro? De acuerdo a las cartas del ruso, muerto diez años después que el francés, Chéjov sí estaba al tanto de las publicaciones del discípulo de Flaubert, al punto que llega a considerarlo com su maestro, y dice: “Después de las altas exigencias que se puso mi maestro Maupassant, es difícil trabajar, pero hay que hacerlo, sobre todo, nosotros los rusos, y en el trabajo hay que ser audaz. Hay perros grandes y perros pequeños, pero los pequeños no deberían perturbar la existencia de los grandes: todos tienen que ladrar, cada uno con la voz que Dios le dio”. (Chejov en los recuerdos de sus contemporáneos, Bunin, I.).

Para el ruso, Maupassant es el autor que impuso un cambio en este género literario y así lo comprobamos por testimonios diversos. Uno de ellos, cuenta lo siguiente: “Al hablar del talento de Mupasant, Chéjov dijo: -No se puede imitar el talento, pues cada talento auténtico es único a su modo. No se hace oro de manera artificial. Por eso nadie ha podido nunca imitar a Maupassant. Por mucho que se hable, será así… -¿Y cuál, a pesar de todo, es la fórmula del talento? –le pregunté. -No existe. El talento es talento, y nada más.” (Impresiones personales, Lazárevski)

“Ahora todos escriben maravillosamente, no hay malos escritores –dijo Chéjov con tono firme-, y por eso es más difícil darse a conocer. ¿Sabe quién produjo ese cambio? Maupassant. Él, como artista de la palabra, puso tales exigencias que escribir al modo antiguo se hizo imposible. Pruebe a leer ahora algunos de nuestros clásicos, como Písemski y Ostrovski, pruébelo y verá qué viejo y tópico es todo. En cambio, tome, por otra parte, a nuestros decadentes. Solo crean tipos enfermos y locos, aunque todos ellos están sanos. Pero son maestros a la hora de escribir” (Chéjov en los recuerdos de sus contemporáneos. Bunin, I.).

Más de cien años después de la muerte de ambos escritores, la obra literaria de Chéjov, como de Maupassant, es un referente imprescindible para la formación literaria. No solo por el volumen de la producción sino porque cada autor transmite a otros autores parte de lo aprendido a través de sus obras. Los autores, si son agudos y atentos lectores, a la larga encontrarán parte de esa herencia en los textos, la tomarán y asimilarán para expresar sus ideas, y en el mejor de los casos la renovarán. 

Chéjov parece reconocer en Maupassant a un heredero literario, pero al mismo tiempo a un renovador. De allí también sus comentarios acerca del talento, que de nada sirve, dicho sea de paso, sin trabajo y dedicación. El punto es que esta herencia literaria se ha transmitido por varias generaciones. Está allí para quien se atreva y pueda tomarla.

Arturo Valverde
20 de octubre del 2021

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