Iván Arenas

La guerra entre Cerrón y los caviares paraliza a Castillo

Visita de Evo Morales habría sido para mediar en el conflicto

La guerra entre Cerrón y los caviares paraliza a Castillo
Iván Arenas
12 de agosto del 2021


En sus primeras semanas de vida el gobierno de Castillo ha envejecido. Y sin temor a equivocarnos, ya parece un Ejecutivo de salida y no uno de llegada. ¿Por qué? A juicio del suscrito, una de las razones fundamentales es la descomunal pelea por el control del poder entre el bando cerronista y el sector denominado caviar. Castillo, todo así lo indica, está entre dos fuegos sin capacidad de reacción. Aquí les contamos lo que podría suceder.

Cada vez se va notando de manera más clara y nítida que el nombramiento de Guido Bellido es un mensaje directo de Vladimir Cerrón a los caviares, que creían segura en el puesto a Verónika Mendoza. El mensaje es sencillo: no habrá aggiornamento ni moderación. Aunque Cerrón ha dicho repetidas veces que Perú Libre ganó las elecciones, los caviares no se rinden. Cerrón les ha cerrado las puertas de casi todo el aparato del Estado a los técnicos caviares, y no le interesa –a él ni a su gente– nombrar incluso a ex gerentes de baños turcos (como lo han hecho) en caso de que al lápiz le falten cuadros.  

Como somos espectadores de una guerra de dos organizaciones con ribetes de modales sicilianos –el cerronismo y los caviares–, desde luego la pugna por el poder ha llegado a las alturas de la justicia. No es casual entonces que Cerrón haya sido colocado como el jefe de una presunta organización criminal –los dinámicos del centro– por una Fiscalía a la que se le acusa (con pruebas) de ser “altamente politizada” y al servicio de los objetivos del bloque caviar (y del ex presidente Martín Vizcarra). Si nos dejamos llevar por los indicios, entonces diríamos que en el bando contra el cerronismo también militan Vizcarra y algunos de sus fiscales más próximos.

Entonces, para evitar que la guerra entre el cerronismo y los caviares termine por pulverizar a un gobierno nuevo, pero quemado en los primeros minutos del partido, ha llegado Evo Morales para volver a aglutinar en un solo cuerpo los intereses de todo el arco de la izquierda y para que se repartan por tajadas el poder y el Estado, aunque no de manera equitativa. En otras palabras, Morales es el encargado de volver a unir a una izquierda que se pelea por el pan y las migajas. Vale recordar que Castillo, en un acto absolutamente provocador, abrió un frente contra Patria Roja y el SUTEP. Se estima que Morales no logrará pegar los retazos divididos históricamente en la izquierda. 

Ahora el balón está en la cancha de la derecha. Pero sucede que nuestra derecha no tiene un programa mínimo unificado y que va por la libre con diversos liderazgos. La derecha peruana es voluntariosa y gritona, y en esta coyuntura hace falta ser más estratégico. Quizá la derecha no ha entendido también que la oposición al gobierno comunista de Castillo pasa por incluir al capitalismo popular y a las regiones dentro de la oposición democrática. No hay oposición sin mercados populares. 

Ojo, estimado lector, si hubiera un programa y un discurso unificado en la derecha todas las imprudencias de Castillo ya configurarían hoy una posible vacancia que todavía parece un exceso.

Iván Arenas
12 de agosto del 2021

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