Alexis Gonzalez Tello
La guerra arancelaria de Trump
Generará una disminución del bienestar económico a nivel global

Las políticas comerciales de Donald Trump están transformando el panorama global, generando un amplio espectro de reacciones en todos los países. Las medidas –que incluyen aranceles del 25% a importaciones de la Unión Europea, Canadá, México y China– pretenden proteger agresivamente la industria estadounidense y reducir el déficit comercial. Sin embargo, sus efectos se extienden más allá de las fronteras de EE.UU., afectando a economías desarrolladas y emergentes por igual.
Las relaciones comerciales con Canadá y México son particularmente tensas. Este mes, Trump duplicó su amenaza original de imponer un 25% de aranceles sobre aluminio y acero importados de Canadá, llegando al 50%. Esta medida se debió a un aumento en los precios de electricidad exportada por Ontario a EE.UU. No obstante, tras negociaciones, Ontario canceló el aumento y Trump optó por mantener el gravamen del 25%. En cuanto a México, los aranceles del 25% a todos los productos exportados a EE. UU. podrían depreciar gravemente el peso mexicano hasta un 10%, mientras que China y otros países asiáticos podrían aprovechar esta situación para captar parte del mercado mexicano.
Aunque la Unión Europea aún no ha sido blanco de nuevos aranceles, podría ser la próxima en la lista. En respuesta, ha iniciado negociaciones con EE.UU. para mitigar los riesgos de una política arbitraria. Por su parte, China ha respondido con tarifas a productos estadounidenses y restricciones a ciertas empresas, lo que intensifica las tensiones comerciales.
En América Latina, la guerra arancelaria también presenta grandes desafíos. El Perú, con una economía abierta y dependiente del libre comercio, es vulnerable a las fluctuaciones del mercado. La caída en las exportaciones de minerales y productos agrícolas a EE.UU. afectaría gravemente nuestra economía. Además, las restricciones migratorias reducen las remesas, lo que impacta el consumo interno y las economías familiares que dependen de ellas.
Aunque nuestro país no es un objetivo directo de los aranceles, la guerra comercial global influye en nuestra economía, que sigue siendo dependiente de las exportaciones. Por ello, es fundamental que el Perú diversifique sus mercados y fortalezca la integración regional para responder de manera conjunta y reducir la vulnerabilidad ante los conflictos comerciales que ya podríamos avizorar.
Históricamente, las guerras comerciales tienden a perjudicar a las partes involucradas, ya que los aranceles aumentan los costos para los consumidores y pueden provocar represalias que afectan a exportaciones clave. Aunque algunos sectores pueden beneficiarse temporalmente de la protección arancelaria, el efecto general suele ser una disminución del bienestar económico a nivel global debido a la reducción del comercio. Este panorama exige una diplomacia comercial activa y estrategias que promuevan una respuesta conjunta de la región.
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