Alexis Gonzalez Tello
Candidatos: hablen de educación e innovación
El gasto público en investigación no alcanza ni el 0.1% del PBI

El Perú está en una situación de crisis política y social. Los candidatos ya no pueden repetir promesas y discursos que no signifiquen un verdadero cambio; por el contrario, deben abordar aspectos neurálgicos como la educación y la innovación.
Enfrentamos una paradoja persistente: pese a los ciclos de bonanza económica, seguimos en una trampa de baja productividad. La razón es que no hemos invertido con decisión en las capacidades de nuestra gente. Urge que los candidatos coloquen en la agenda social dos pilares esenciales para el desarrollo: educación e innovación. Sin ellos, no hay salto productivo posible.
Según el Banco Mundial, el capital humano ha tenido una contribución marginal al crecimiento económico en las últimas dos décadas. Esta alerta indica que no podemos seguir ignorando estos temas. Países que estaban en situación similar apostaron por la tecnología y la ciencia para transformarse, pero el Perú sigue con un modelo primario-exportador con signos evidentes de agotamiento.
Se trata de acceso, de calidad y de pertinencia. Seguimos formando jóvenes sin las herramientas para enfrentar un mercado laboral cambiante y digitalizado. Pero el problema va más allá del aula: el Estado está ausente en el impulso de la innovación. El gasto público en investigación y desarrollo no alcanza ni el 0.1% del PBI, y no existe una política nacional robusta que articule esfuerzos entre sectores, regiones y niveles de gobierno. Esto es dramático.
El Estado debe liderar esta transformación con financiamiento y visión estratégica. Promover centros regionales de innovación, vincular a las universidades con las empresas, fomentar startups tecnológicas e incentivar la inversión privada en investigación son tareas que requieren liderazgo. La innovación no florece sola: necesita impulso estatal, reglas claras, infraestructura adecuada, talento y un entorno que controle el riesgo y premie la creatividad.
No hay innovación posible sin conectividad ni alfabetización digital. La brecha tecnológica entre zonas urbanas y rurales es inaceptable. Un Estado que deja fuera del mundo digital a millones de ciudadanos renuncia a construir un país competitivo.
La educación no es una demanda gremial ni un tema sectorial: es el cimiento del desarrollo. Y la innovación no es un lujo para países ricos, es una herramienta esencial para diversificar la economía, crear empleo y reducir desigualdades.
Esperamos que los futuros gobernantes no repitan la historia de promesas incumplidas. Si queremos crecer, empecemos a educar mejor y a innovar. Es el camino más corto y seguro para una economía moderna, inclusiva y con futuro.
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