Francisco Rodríguez Orbegoso

La gestión del conocimiento y la reconstrucción nacional

La gestión del conocimiento y la reconstrucción nacional
Francisco Rodríguez Orbegoso
24 de abril del 2017

La utilidad de algunas soluciones de esta especialidad

Estamos pasando por uno de los momentos más difíciles de nuestra historia reciente: cerca de una centena de fallecidos, poco más de 100,000 damnificados y 800,000 afectados por efecto de las inundaciones en Lima y 11 regiones del país, especialmente norteñas. Estamos hablando del fenómeno llamado de El Niño Costero.

Según un estudio de la CEPAL, “un país tendría que invertir aproximadamente entre 2% y 6% de su PIB en labores de reconstrucción por desastres naturales”. Este es un costo no previsto, cuando muy bien podría haberse evitado con medidas preventivas ejecutadas en gobiernos anteriores, en sus tres niveles: gobierno central, regional y local.

Si hacemos un breve inventario de cuál será el costo de la reconstrucción nacional, el número de frentes posibles es amplio, algunos con costos directos y otros con costos indirectos:

  • Tenemos por un lado el frente de la infraestructura. No únicamente la vial, sino también toda la infraestructura urbana y rural que ha colapsado durante estos días, afectando las casas y los negocios de la población que vive en estos lugares.

  • El frente de la agricultura. Han sido afectados canales de riego, se destruyeron innumerables hectáreas de cultivo de pequeños y medianos agricultores.

  • El frente de la educación. Hay horas académicas perdidas que se tendrán que recuperar, pero a cuenta de reducir vacaciones o recortar temas de enseñanza.

  • El frente de la salud de la población. Se tendrán que enfrentar posibles epidemias. Pero también existe un problema de salud emocional, que ha sido muy poco tomada en cuenta. Como algunos especialistas han mencionado, los niveles de ansiedad que sobrevienen a estos fenómenos se arrastran por varios meses, con la posibilidad de dejar secuelas permanentes.

  • Y, en el frente cultural, se incurre en costos por falta de prevención, dado que no se cuenta con seguros o porque no se ha impuesto orden en el empleo del territorio. Es fundamental erradicar malos hábitos para evitar que sigamos provocándonos daño.

Ahora estamos viviendo el efecto de actuar atendiendo solo el presente; los eventos negativos que vengan serán siempre lo “no anticipado”, lo “no previsto”, lo “no aprendido”. No aprender de nuestros errores anteriores, por ignorancia o por intereses particulares, nos hace sentir incompetentes para atender los efectos de eventos adversos.

En un momento como este necesitamos impulsar un cambio en la cultura para estar prevenidos. A este fin, las soluciones que la Gestión del Conocimiento nos proporciona pueden ser muy útiles, y deberíamos convertirla en nuestra herramienta para la reconstrucción nacional.

Si observamos los primeros días de la emergencia podemos reconocer ciertos patrones, como por ejemplo: 1) desorden para establecer la red de respuesta, especialmente en las autoridades responsables, 2) población desorganizada tratando de sobrevivir a las inundaciones, 3) infraestructura mal hecha o no adecuada para resistir el caudal que traen los huaicos, 4) desorden en la administración de la ayuda humanitaria recibida en los distintos puntos de recolección, 5) escasa cultura de prevención ante desastres naturales, 6) casi nula explotación de las tecnologías como apoyo para casos de este tipo. Exploremos cada uno de estos aspectos y sus posibles soluciones.

Primero, la red de respuesta a nivel nacional está gobernada a través del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), pero la pregunta es si tendrán todas las herramientas posibles que les permita estar mejor articulados. Proponemos una herramienta que en la Gestión del Conocimiento se denomina “páginas amarillas del conocimiento”. El Perú debería tener un Directorio de sus Expertos, para que cuando ocurran este tipo de situaciones se tenga mapeados a quienes pueden acudir en auxilio o consejo experto en cada ciudad del país, en cada ámbito del conocimiento. Es así que si, por ejemplo, se está produciendo una eventualidad que requiere la intervención de un profesional en meteorología o hidrología, se pueda ubicarlo con facilidad y atender la emergencia con propiedad. La elaboración de una herramienta de este tipo no es compleja y se constituye en un elemento fundamental para actuar en emergencias.

Para organizar a la población no basta con establecer un censo y un mecanismo para que puedan responder ante emergencias (simulacros), también hay que poner en contacto a las personas a través de comunidades de valor que permitan difundir conocimiento sobre las buenas prácticas que determinadas poblaciones realizan; como uso de recursos financieros o transferencia de conocimiento entre productores. Este tipo de soluciones se han implementado en sectores como el agrícola y de alimentos, lo que ha permitido que la población tenga mejores instrumentos para tomar decisiones; y sobre todo copiar las prácticas que ya funcionaron, evitando caer en el ensayo y error por el que otros ya han pasado. No necesitamos volver a “inventar la rueda”. Podemos imitar el ejemplo de la FAO o del FIDA, que vienen aplicando este mismo mecanismo en el Perú, con muy buenos resultados. Es más, podrían aprovecharse las comunidades de valor como un mecanismo para acercar a poblaciones que geográficamente no están cercanas, pero que comparten los mismos valores e intereses.

Se conoce que la planificación y la ejecución de calidad en cuanto a infraestructura ha sido pobre en casi todas las zonas del país; un ejemplo contrario es nuestro vecino del norte (el Ecuador). Sin embargo, hay mucho expertise acumulado de profesionales o personas que ya han vivido estas mismas experiencias hace muchísimos años. Como señalan en algunas entrevistas: “esta es la peor lluvia de los últimos cincuenta años”, “no pasaba un huaico por esta zona desde hace veinte años”. La pregunta es si la poca infraestructura que se levantó se hizo pensando en el peor escenario de hace veinte años, o en el escenario que recordamos de los últimos cinco años, que corresponde al fenómeno de El Niño convencional. No existe planificación, no existe articulación de la planificación entre distintos sectores y zonas geográficas, porque lo que se hace en una zona puede tener un efecto contraproducente en otra. Se requieren posiblemente megaproyectos hídricos para el control de inundaciones, para resguardar el gran volumen de agua de las lluvias y reducir sus efectos en la población. Para esto, muy bien se puede aplicar soluciones como la sistematización de experiencias y lecciones aprendidas, de tal forma de relevar lo mejor de cada caso, documentar y tener este material a disposición de los encargados de la planificación y ejecución de las obras, para que puedan mejorar la infraestructura a desarrollar. Si bien no hay mucho tiempo para pensar, la ejecución de la reconstrucción debe ser lo más rápida posible, sería un enorme error acelerar todo en desmedro de la calidad de la infraestructura que se va a construir, por lo que se deben tomar en cuenta las experiencias del pasado.

Otro tema importante es la distribución de la ayuda. Los peruanos hemos demostrado que cuando enfrentamos situaciones críticas podemos estar unidos y brindar nuestra colaboración con todo lo que esté a nuestro alcance. Esta solidaridad es única, pero no basta con la voluntad y con el ánimo para ser más eficientes en este ámbito. Está comprobado que si se tuviera un sistema de control de la distribución, permitiría ser mucho más eficientes para cumplir esta labor. El sistema debería instalarse en dispositivos móviles para tomar información en cada lugar de atención o recojo. Estaría a disposición para ser usado por las autoridades de cada lugar, de forma que puedan controlar, día a día, de dónde llega, cuánto llega, de qué tipo, a quién se entrega, cuánto se entrega, de qué tipo se entrega, preparar “combos” o sets básicos para las familias. Tendrían el mapa geográfico para controlar visualmente la distribución, y permitiría saber cuáles son las restricciones para la distribución de la ayuda, tener escenarios ante estas situaciones, etc.

El cambio cultural debe ser otro de los aspectos básicos a tener en cuenta en el proceso de reconstrucción. La Gestión del Conocimiento tiene entre sus herramientas una técnica denominada “Narrativa de historias”, que se usa para difundir conocimiento y es muy útil para procesos de toma de conciencia, lo que lleva a un cambio de mentalidad. Debemos ser conscientes de que requerimos actuar de manera preventiva ante este tipo de fenómenos naturales, y con estas técnicas podemos recibir ayuda para profundizar en su entendimiento. Hace muy poco vimos que los malos hábitos llevan a consecuencias no esperadas, una de las caídas de los puentes tuvo como origen el comportamiento humano. Las personas arrojaban desmonte en una de las orillas del río, por lo que el cauce se desvió hacia la otra orilla, donde empezó a erosionar las bases del puente. Si se hubiera tenido conciencia absoluta de la mala práctica, el resultado habría sido distinto.

Por último, todavía nos cuesta usar las tecnologías de información como un medio para ayudar en la prevención. Se puede contar con algunas soluciones tecnológicas inteligentes para algunos aspectos importantes, como la predicción de los eventos de riesgo y el monitoreo de los mismos. Se sabe que la NASA tiene un nuevo satélite de Medición de las Precipitaciones Globales (Global Precipitation Measurement satellite o GPM). En este sistema, a partir de un modelo predictivo, se toma datos de la lluvia y de la superficie terrestre, que incluyen la cubierta de vegetación, el tipo de suelo y el terreno, para determinar dos aspectos claves: la cantidad de agua que será absorbida y la cantidad de agua que pasará a alimentar los caudales de los ríos o cuencas. En España han elaborado un modelo de redes neuronales para predecir inundaciones. Todos ellos son sistemas que incorporan a la inteligencia artificial para modelar las variables señaladas, y por tanto, para predecir y anticipar, que es lo más significativo de todo esto. Para cerrar el círculo, también debería hacerse monitoreo de las condiciones climáticas y demás; por ejemplo, se pueden establecer indicadores que deberían revisarse en un tablero de control, de tal forma que se generen alertas en tiempo real. Esto ayudaría mucho a lograr el principal objetivo que es “reducir la vulnerabilidad de nuestra población”.

La Gestión del Conocimiento, disciplina administrativa que une cultura y tecnología, es una herramienta importante en esta labor de reconstrucción.

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Francisco Rodríguez Orbegoso

Maestro en Ciencias, en Administración de Tecnologías de Información en el Tecnológico de Monterrey

Consultor Asociado: Xperta Gestión Empresarial (www.xpertaperu.com).

 
Francisco Rodríguez Orbegoso
24 de abril del 2017

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