Dardo López-Dolz
La fuerza armada que necesitamos

Reflexiones para reformar la institución castrense
La función contemporánea de las Fuerzas Armadas incorpora capacidades multifuncionales. En economías pequeñas como la peruana, se hace imprescindible dotarlas de lo necesario para que puedan atender algunas de las necesidades de la población en tiempos de paz, sin descuidar su función disuasiva (solo disuade al potencial agresor aquel que es capaz de causar daño significativo).
El Perú enfrenta problemas cotidianos, fruto de la naturaleza y la actividad delincuencial organizada. Los huaycos, inundaciones y sequías, requieren capacidad de respuesta rápida, con el tipo de movilidad y logística que debe caracterizar una fuerza armada para ser eficiente.
El narcotráfico, a menudo aliado con el terror, requiere en reiteradas oportunidades, en la zona de producción, velocidad y contundencia mediante la acción conjunta de la PNP y las FFAA. Para ello hacen falta helicópteros, aviones y embarcaciones adecuadas a la tarea.
La carrera castrense lleva implícita capacidad de sacrificio y entrega, no es camino que deba elegir quien desee enriquecerse honradamente, aún así, la lógica recomienda que sea remunerada adecuadamente para que el hombre y la mujer de armas puedan cubrir sin apremios las necesidades familiares, de modo que, mientras dure su servicio, pueda dedicarse a tiempo completo a su misión.
El bienestar (vivienda, educación, salud) del personal, es otra pieza clave para alcanzar la tranquilidad de espíritu que precede a la concentración absoluta al cumplimiento del deber, una escala de pensiones racional y justa, al término de su tiempo de servicio, redondea los aspectos personales de la ecuación.
Para su operatividad real, requiere especial atención la formación, capacitación y entrenamiento permanente, sin descuidar un plan de adquisiciones de equipamiento y pertrechos para formar.
Como todo lo dicho, aplicable también a la policía, la línea de carrera debe ser diseñada de tal modo que el Estado y el militar den el mejor uso a la capacitación y la experiencia.
La pregunta que surge es, ¿con qué lo financiamos, si no es el único sector con carencias? Seguridad, salud, educación y transporte están siempre delante en la prioridad de los pueblos. En ese sentido, la pregunta es espinosa y muchos candidatos evaden o responden irresponsablemente prometiendo imposibles.
La respuesta, viene del lado de la razón y la lógica. Optimizar lo que ya hoy se gasta convirtiéndolo en inversión.
En tiempos en los que el costo de la logística de la guerra moderna puede comerse de un bocado presupuestos de países como el nuestro, los sueños de ejércitos y flotas y flotillas inmensas, movidas mediante el reclutamiento obligatorio son sueños de tiempos idos.
En los tiempos por venir el Perú necesita una Fuerza Armada más pequeña, altamente móvil, con capacidad de actuar rápidamente y con eficacia en cualquier lugar del territorio, sea para defenderlo de potenciales agresiones armadas desde dentro o fuera de nuestras fronteras, sea para brindar ayuda humanitaria donde se le necesite.
Debe ser una Fuerza Armada con alto nivel profesional, con equipamiento, pertrechos y entrenamiento continuo.
Para darle viabilidad sin altos costos sociales podemos adecuar la currícula para que oficiales y suboficiales obtengan doble titulación, militar y académico-empresarial, permitiendo una rápida integración al aparato productivo de los que, por la natural estructura piramidal y por la reducción de dimensiones, vayan saliendo del servicio activo.
Siguiendo la misma lógica la tropa podría recibir capacitación técnico-laboral, así a la vez que se hace más atractivo el servicio militar, se provee al mercado de los necesarios técnicos que el desarrollo demanda.
DARDO LÓPEZ- DOLZ
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