José Dextre Chacón

La educación y el coronavirus

La inversión privada educativa debe cooperar con el Estado

La educación y el coronavirus
José Dextre Chacón
30 de marzo del 2020


Es necesario analizar el escenario educativo en esta situación de pandemia: el coronavirus ha generado un contexto de crisis en la salud pública y en todos los sectores de la economía. La educación básica nacional debe atender a cerca de ocho millones de niños y adolescentes, y más de 1.5 millones de jóvenes y adultos, a través de la educación superior, hoy inmovilizados en su formación. Para el sector educativo no solo se presenta el problema de mantener la formación del talento humano nacional, la continuidad en el desarrollo de proyectos de investigación que no pueden para, y el desarrollo de proyectos de infraestructura en marcha. Debe, además, atender las remuneraciones del personal docente y administrativo, y las obligaciones con proveedores y bancos. El sector educación es intenso en uso de recursos de capital debido a las reinversiones constantes en infraestructura y equipamiento, así como en personal, ya que ofrece empleo a cientos de miles de personas. 

En este contexto, quiénes gestionamos educación tenemos estos dos objetivos: por un lado, mantener la formación educativa y el desarrollo de los proyectos de investigación con la mayor calidad; y por otro, resolver los problemas económicos vinculados al corte de pagos por los alumnos y las familias de la educación privada, dado que los ingresos familiares y personales también están siendo lastimados o perdidos. 

Desde la perspectiva educativa, las soluciones pueden ser diferentes. Las universidades tienen ventaja en relación a los institutos y colegios. La educación de posgrado de las universidades hace uso de la tecnología para educación virtual desde hace algunos años. Por lo menos es común para las universidades de FIPES y otras universidades importantes. Existe experiencia brindando clases vía teleconferencia, existen objetos virtuales académicos que permiten el soporte a la exposición del docente, existe un repositorio de videos al que los alumnos pueden acceder y recuperar una clase a la que no asistieron. Hay un uso importante de la tecnología virtual con plataformas de uso en las mejores universidades del mundo, como Moodle, Zoom, y Blackboard.

Esto no ocurre en la educación básica y tampoco en educación tecnológica, fundamentalmente porque las inversiones que requieren esta tecnología son cuantiosas y no han sido necesarias (e incluso recomendables) dadas las características del educando de la educación básica. Un niño o un adolescente no tiene generalmente la madurez suficiente para sentarse voluntariamente frente a un computador o hacer uso de su smartphone para seguir una clase. 

El alumno de institutos tiene otra debilidad por su realidad económica. Si bien, el 99% tiene un teléfono móvil, un porcentaje importante no tienen uso de datos; es decir, pueden comunicarse, pero no tienen posibilidades de acceder a una teleconferencia y transferir un archivo con una gran cantidad de datos, lo que es un obstáculo para la educación virtual. Por ejemplo, en nuestra organización educativa, estamos ayudando a los alumnos a adquirir esta capacidad de transferencia consiguiendo precios especiales de los proveedores. Es un reto a resolver, ya que debemos ser conscientes de que la pandemia nos obligará a atender este acceso virtual durante todo el semestre, porque no podemos arriesgar que en caso presentarse un contagio en un aula, tengamos que suspender clases y, por otro lado, algunas familias tendrán temor de enviar a sus hijos a las aulas. 

Atender el problema económico de los docentes es más complicado en los institutos que en las universidades y colegios. Los colegios tienen un presupuesto anual y dictan clases un número de meses. Esto permitiría que las familias y los colegios convengan en cómo mantener ese presupuesto anual y, de esta manera, atender los pagos a docentes a pesar de que no dicten clases, recuperándolas luego. A nivel de las universidades, el problema es relativamente similar, con el añadido que se van a dictar clases virtuales. El problema principal lo tienen los institutos, porque sus alumnos son personas que pagan su educación. Estos jóvenes peruanos ya han tenido problemas laborales. Hemos visto como se ha incrementado la curva de los ninis debido, entre otras variables, al incremento de mano de obra que no respondió al crecimiento poblacional, sino a la migración. Hoy muchos se han quedado sin trabajo, y ello les impide continuar con su educación. Ello ha generado dificultades económicas muy serias a los institutos tecnológicos, que han visto reducir su matrícula en marzo hasta en un 75%. Solamente hubo matrícula las dos primeras semanas del mes de marzo, porque ya se avizoraba la suspensión por la cuarentena. Este mes no va a haber matrícula en los institutos, y todos ellos tienen una planilla que atender y deudas con proveedores y bancos. 

Hoy más que nunca se requiere que el Estado reconozca en la inversión privada educativa un aliado, y haga lo posible por evitar que este aliado, responsable de la educación de más del 75% de la población estudiantil en nuestro país, entre en crisis. Es importante comentar que sigue pendiente la revisión de la ley de economía familiar, que ha generado un incremento enorme en la morosidad de los colegios y en la educación superior. Los padres de familia y adultos irresponsables se han educado en la morosidad “legal”. Es importante cambiar el paradigma estatista –abonado, es cierto, por pésimos ejemplos–, por el que se asume que toda la educación privada es solo un negocio lucrativo. Desconoce que muchos de nosotros nos hemos formado tanto en la educación pública como en la educación privada, y sabemos que hay una educación privada de mucha calidad y responsable socialmente. El Ejecutivo ha venido invitando a la educación privada a coordinar las medidas. Queremos que estas líneas le faciliten la comprensión de la actual situación de la educación privada.

José Dextre Chacón
30 de marzo del 2020

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