Cesar Gutierrez
La economía en el futuro gabinete ministerial
No habrá cambio significativos en el manejo económico
La inesperada negativa en la investidura al premierato de Pedro Cateriano originó que sectores que pensaban que con él habría un impulso significativo a la reactivación económica se sumieran en una visión casi apocalíptica. Especialmente sobre lo que se viene hasta julio del 2021, cuando –en teoría–, debería ocurrir el relevo de Martín Vizcarra.
Los escribas amigos del expremier emprendieron campaña con calificativos insultantes contra los congresistas, descargando su ira contra las bancadas de Frente Amplio (FA), UPP y Frepap, tildándolos de extremistas; mientras que a los de Podemos se les señalaba como chantajistas, y a los de Alianza por el Progreso (APP) se les acusaba de traicioneros.
¿Vale la pena tal despliegue a nombre del manejo del Gobierno, sobre todo en la economía y finanzas públicas? Si se revisa acuciosamente el discurso sobre el tema económico, uno de los cinco planteados en la sesión de investidura, se verá que no trajo grandes sorpresas: lluvia de millones entre programas sociales, proyectos e inversiones privadas y públicas deseadas; pero de difícil cumplimiento, aún para el más trajinado en gestiones gubernamentales.
El uso de fondos públicos en ayudas sociales, en diversas formas, ya se ha hecho costumbre en el Gobierno; sin interesar si llegan o no a su destino, porque el padrón de beneficiarios tiene serias deficiencias. En este rubro no hay más discusión, no por lo apropiado o inapropiado sino porque el reparto sin discreción ya está en el ADN gubernamental.
En cuanto a los grandes proyectos públicos, las referencias a la Línea 3 y 4 del Metro de Lima y a la Nueva Carretera Central son generalidades mayúsculas. Tienen en el Gobierno información a nivel de prefactibilidad, pero armar un esquema para un acuerdo de gobierno a gobierno,aún requiere muchas definiciones previas. Ya el ministro de Transportes y Comunicaciones había señalado que el próximo año podrían llegar a una relación contractual. Es más, pienso que, en el mejor estimado de tiempo, no llegarán antes de julio del 2021.
Adicionalmente, se presentaron ofrecimientos ilusorios, como la interconexión eléctrica con Ecuador y Chile, que hoy deberían ejecutar privados. No le habían informado al señor Cateriano que una discusión entre reguladores del sector eléctrico del Pacto Andino, teniendo a Chile como observador, después de 21 años había llegado a la conclusión de que se manejaría como un mercado spot –es decir de oportunidad, no de contratos–, con la incertidumbre sobre las magnitudes de compra y venta de energía. En esas condiciones no habría inversor suicida del sector transmisión de electricidad que pusiera recursos en la construcción de infraestructura, sin tener certeza de que los proyectos tuviesen viabilidad económica y financiera.
En cuanto a la inversión del sector privado, el discurso apostó por la gran minería. Desatino absoluto, no porque la gran minería no la merezca, sino porque en un escenario de crisis con ánimos sociales enervados, Ggobierno débil y proyectos que ya tenían alto nivel de rechazo, no hay ninguna posibilidad de forzar para sacarlos adelante. A lo más, la continuidad de proyectos como Quellaveco, Mina Justa y Toro Mocho podrá lograrse con no poco esfuerzo. A esto se suma, el ataque a la minería no formal, en un escenario donde en las bancadas hay representantes de ese sector, a los que habría que llevarles una propuesta en lugar de ácidas críticas.
El nuevo gabinete seguirá el derrotero de lo que se venía trabajando antes del arribo de Cateriano, que puede catalogarse como movimiento inercial. Lo que se dijo en el interín fueron solo ofrecimientos que pasarán al olvido rápidamente.
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