Jorge Varela
La Democracia Cristiana chilena ante el capitalismo
Sin fuerzas y distante de su meta ideológica
La Democracia Cristiana y su modo de entender y de enfrentar al capitalismo es una cuestión aún no superada, propia de enfoques que merecen un tratamiento analítico mayor. Por ello, a pesar de cualquier desinterés o cansancio, insistiremos en esta temática que es clave para indagar acerca del origen y evolución de la postura política y socioeconómica mayoritaria de quienes dicen ser seguidores de dicha corriente ideológica en un aspecto elemental y que incide en cómo definen su praxis concreta y se comportan en la lucha por el poder. ¿Ante qué opción se inclinan hoy los demócratas cristianos chilenos? ¿Son capitalistas? ¿Son anticapitalistas? ¿Son no-capitalistas?
Pasan y pasan los años y el dilema continúa sin aclararse.
Breve historia
Un repaso histórico sucinto podría ayudarnos a poner término a tanta incerteza acumulada. Eduardo Frei Montalva, el padre fundador, expresaba en la segunda mitad del siglo pasado (1955-1958) que “en América Latina el término capitalismo se usa dentro del significado europeo que responde a una definición filosófica que han analizado Marx y, en otros documentos, León XIII y Pío XI”. Según él, “algunos añoran el viejo sistema del capitalismo individualista… lo que hay tras el término ‘capitalismo’ les es importa bien poco”. Para Frei hay un “capitalismo privado” y “otro estatal” (es el capitalismo comunista). Por eso el tema es más profundo y “toca el sistema de las estructuras, de los estímulos, de la concepción íntima de la economía y su fin, y de la persona como ente moral”. Se transforma así en el supremo interrogante del hombre (libros La verdad tiene su hora y Pensamiento y acción). A su juicio, “es un hecho que las viejas formas del capitalismo no han logrado dar expresión al anhelo del hombre común y han conducido al mundo a una proletarización”.
El capitalismo es una realidad
Vayamos ahora en dirección de otra fuente, hacia el pensamiento del “maestro” Jaime Castillo Velasco –principal teórico de la DC chilena–, quien afirmara que “el capitalismo es una realidad”; no es un esquema vacío, sin realidad práctica. Al preguntarse si la Iglesia católica lo ha condenado, responde que antes hay que ponerse de acuerdo en el significado que se le va a dar al término. Si se trata de un esquema concebido independiente de toda realidad que supone que el mecanismo (la relación) capital-trabajo funciona según el derecho natural, “debemos decir que el capitalismo no ha sido condenado por la Iglesia”. Mas si por capitalismo se entiende “la fachada económica del mundo moderno… que progresivamente fue perfilando su cara adversa al cristianismo”, entonces “debemos decir que la Iglesia es anticapitalista” (artículo “Capitalismo y pensamiento cristiano”, año 1959, incluido en el libro Los caminos de la revolución). Para Castillo el capitalismo es claramente una realidad anticristiana (en mi opinión, es particularmente anticatólica).
Los hijos rebeldes de Castillo
La gran influencia del “castillismo” y su peso al interior de la DC dio paso en 1969 –una década después– a dos corrientes internas que exacerbaron la elaboración de fórmulas anticapitalistas y abandonaron la vertiente cristiano-demócrata para confluir con el pensamiento colectivista de naturaleza marxista, ‘una pesadilla autocalificada de revolucionaria’ que “el maestro” no previó, pero sufrió. El nacimiento del Mapu y de la Izquierda Cristiana fue el reflejo de un cisma que se explica precisamente a partir del desviacionismo que se produjo en torno a varios de sus planteamientos analíticos.
Es interesante escarbar en las ideas de Jaime Castillo y estudiar la conjugación que de ellas hicieron muchos excamaradas y han hecho otros que todavía permanecen dentro de una nave a punto de encallar, sin saber dónde se ubica la cabina del piloto y el instrumental que podría evitar su naufragio político.
La adhesión íntegra de Castillo al ‘personalismo’ proveniente del cristianismo reafirmó en él su visión crítica inalterable respecto del ‘individualismo’ materialista y del colectivismo totalitario. Los filósofos franceses Maritain y Mounier lo arrimaron para siempre al amor por la persona, lo que explica y fundamenta gran parte de su pensamiento, el mismo del que abominaron varios de quienes decían ser sus discípulos.
Desde una perspectiva realista Castillo se propuso luchar por la democracia y contra la expansión del capitalismo, pero varios de sus discípulos pro-socialistas y el tiempo dijeron lo contrario, ya que “ser revolucionario contra el capitalismo no significa ser reaccionario frente a la vigencia de los derechos humanos”. Esto fue aquello que se les olvidó.
Distante de la meta ideológica y sin fuerzas
Distante ya de la meta ideológica del comunitarismo, ese que se definió como un ideal histórico concreto de largo alcance, como la realización de la democracia verdadera en una comunidad de hombres libres, como la convivencia de compañeros que trabajan para fines comunes y practican la solidaridad, la DC contemporánea perdió su espíritu y hoy no tiene fuerzas para hacer realidad sus ideales de libertad y justicia. La prédica comunitarista de Castillo seguirá reposando en las páginas secas del recuerdo.
Quizás la falla estuvo, como el mismo Castillo escribiera, en que “mientras la lucha contra el capitalismo no supere la etapa de mero ‘anticapitalismo’, a base de propaganda unilateral”, “de lucha histórica que coincide exactamente con determinados intereses partidistas, y de un Humanismo deshumanizado (en referencia al marxismo), no creemos que ‘el reino de la libertad’ esté tan cerca”. (artículo “Cristianismo y marxismo”, año 1948) .
Toda una confesión premonitoria de lo que vendría décadas después y que hoy constatamos con profunda inquietud, sin perder la esperanza de volver a la vertiente y superar tanta confusión.
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