Juan Sheput

La confianza también se ha desplomado

Para que el mundo moderno funcione eficientemente, requiere de la confianza entre sus participantes

La  confianza también se ha desplomado
Juan Sheput
28 de febrero del 2025


Confianza
es el título de uno de los libros más difundidos y discutidos de Francis Fukuyama. En él desarrolla una idea central, cautivadora: para que la complejidad del mundo moderno funcione eficientemente, requiere de la confianza entre sus participantes; es decir, gobierno, empresa, ciudadanos. Si uno compra en un portal de Internet confía en que el producto pagado por adelantado sea de calidad y llegue oportunamente. Si se hace una inversión, confiamos en que las reglas de juego acordadas se mantendrán. Si se deposita la plata en un banco confiamos en que se manejará correctamente.

Así fluye la sociedad, así se desarrollan los pueblos. Fukuyama indica que solo por la confianza el crecimiento económico de un país (PBI) puede ampliarse en dos puntos.

Pero ¿qué sucede cuando se destruye el sistema de confianza? Si uno sube a un avión confía en que este no se estrellará y que el aeropuerto de destino tendrá luces y pista en buenas condiciones. Si uno sube a un ómnibus no está pensando en que lo van a asaltar, que va a chocar con otro vehículo o se caerá al río por un puente que colapsa. Si uno va con su familia a cenar a un determinado lugar espera que la comida sea buena, pues simplemente confía. Si uno deja a sus hijos en el colegio no piensa que estos también serán víctimas de extorsionadores Si uno vota por un gobernante confía en que se rodeará de elementos eficientes y no malandrines. Si el candidato de uno pierde las elecciones confiamos en que serán una oposición leal a sus votantes y no compinches interesados del gobierno de turno. Si uno deja a una persona en un puesto de vigilancia confía en que estará alerta y no distraído mirando el celular.

Así funciona la confianza. Es la espera del resultado positivo, del comportamiento adecuado. Pero como somos seres humanos la confianza no basta. Se requiere una supervisión, y para ello está el gobierno que se debe encargar de ello. Por ejemplo, no basta la confianza para la autorregulación, puede haber abusos. Durante las decenas de meses que duró la construcción del Puerto de Chancay pasaron por ese noble puente del kilómetro 75, hoy desplomado, un sinfín de volquetes cargando gigantescas piedras para hacer los muelles del futuro Puerto, camiones con carga, maquinaria pesada, grúas generando una sobrecarga brutal sobre la estructura vial que definitivamente contribuyó, con otros factores,  a su desgaste. ¿Algún funcionario, sea público o de Norvial, le señaló algo a Cosco Shipping de este abuso? ¿La empresa se autorreguló?

Si una empresa privada actúa así, como en el caso del techo que se desplomó en Trujillo, también contribuyen a socavar, a destruir el sistema de confianza. En estos días es fácil echarle la culpa del colapso del puente  a la crecida del río cuando esta crecida no es ni un tercio del caudal que arrastró en el 2017.

Bienvenida la inversión privada; pero esta no es perfecta, necesita ser regulada. Si no queremos que las externalidades negativas nos arrollen debemos hacer una profunda reforma de nuestro sistema de regulación, empezando por lo elemental: buscar capacidad, pero sobre todo honestidad.

Juan Sheput
28 de febrero del 2025

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