Alejandro Arestegui
La casta burocrática que hunde a Europa
Cómo la “brújula de competitividad “europea no es más que demagogia
La Unión Europea tiene un problema de competitividad y de crecimiento. Ante el avance de China y Estados Unidos en tecnología y energía, a finales de mes de enero la Comisión Europea presentó su “brújula de la competitividad”. Sin embargo, como todo lo de Europa últimamente, viene con letras pequeñas, gato encerrado, algo que no cuadra del todo, pues proviene de políticos y burócratas. Veamos de qué consta este supuesto plan para salvar a Europa del estancamiento económico a mediano plazo.
La brújula de la competitividad de la Comisión Europea son 21 páginas de demagogia en las que no se dice ni una sola palabra sobre impuestos, sobre la elevadísima carga fiscal que sufren las empresas, los ciudadanos, el desaliento a la inversión, el castigo al ahorro en la Unión Europea y en los países de la Eurozona. Ni una sola palabra sobre eliminación de aquellas directivas que se han hecho en los últimos años en los que se ha destruido a la ganadería, a la agricultura y a la industria. No olvidemos que (aparentemente) la Unión Europea se creó para defender a la industria, a la agricultura y a la ganadería y se ha llevado por delante a las tres. Eso no se consigue fácilmente. Ni una sola palabra sobre la eliminación de las tan nocivas trabas burocráticas.
Solamente habla de reducción de trabas burocráticas futuras. Ni una sola palabra sobre el fracaso y el aprendizaje de ese fracaso, de los gigantescos planes de estímulo, el fondo Next Generation, el plan Juncker, etcétera, que han sido un desastre absoluto. Sobre eso, ni una sola palabra. Nos dice que se ha tomado en consideración el informe de Mario Draghi y el plan de Acción Social y hemos tomado una decisión clara para llevar a cabo nuestra mejora de la competitividad. Vamos a ver cuáles son esos supuestos tres pilares: Productividad a través de la innovación. Competitividad con descarbonización. Reduciendo dependencias y aumentando la resiliencia y la seguridad. Porque todos estas son palabras que suenan muy bien. Nos recuerdan a estas presentaciones corporativas de resiliencia, de sostenibilidad, de buen gobierno corporativo, etc.
Que el susodicho documento, no hay una sola palabra sobre la equivocada política energética que ha llevado a que las empresas europeas paguen más del triple que las norteamericanas por la electricidad o por el gas. Ni una sola palabra sobre la brutal factura de impuestos que recae sobre las empresas, sobre las familias y en particular sobre las pymes. Ni una sola palabra sobre eliminar regulación y exceso normativo existente. Hablan del futuro. Dice que en el futuro se va a simplificar. La nueva regulación, la que tienes ya, ya asfixia, pero el flagelo de la regulación en Europa no la cambian a corto plazo. Sin embargo, nos dice en su tweet (ahora X), la presidente de la comisión europea Ursula von der Leyen, es el momento de relanzar el motor de la innovación de la Unión Europea.
Europa siempre se ufana de ser la segunda mayor economía y la segunda mayor entidad de comercio. Cómo es posible que una economía con esas fortalezas esté en estancamiento; y en medio de uno de los mayores planes de estímulo de su historia, los fondos llamados “Next Generation”. Aparentemente Europa ofrece un sistema legal predecible y estable, en el fondo lo han degradado a una excesiva regulación. Regulación excesiva destinada sobre todo para combatir la “desigualdad”. Si bien es cierto los índices han disminuido en los últimos años sin embargo la gente en Europa se empobrece en términos reales y el crecimiento es cada vez menor. El modelo de negocio de Europa se ha quedado estancado desde inicios de siglo. La productividad ha sido una de las variables más damnificadas por la planificación de los burócratas de Bruselas. Pero hay que recalcar que estas críticas no vienen de ningún euroescéptico o “libertario radical”. El propio informe de Mario Draghi (ex presidente del banco central europeo) mostraba la debilidad en cuanto a la recaudación de impuestos, al parecer los burócratas europeos olvidaron leer las importantes contribuciones de Arthur Laffer, las cuales son trascendentales a la hora de descubrir que más impuestos y regulación implica a largo plazo menor recaudación. Sin embargo, en este nuevo informe de la brújula de la competitividad ni una sola palabra acerca del problema de la recaudación.
Lo preocupante de esta “brújula” es que planea una inversión estatal a nivel comunitario muchísimo más agresiva; es decir, que hay que gastar mucho y centralizar muchísimo más. Quizá lo más preocupante de esta supuesta brújula de competitividad sea la tozudez y terquedad de parte de los políticos europeos al negarse a un análisis del problema energético. No se puede llevar a cabo un proceso de descarbonización y de competitividad en el que a la vez se está poniendo trabas para la minería de litio, a la minería de tierras raras, a la minería de cobre y a la extracción de materias primas esenciales. ¿Qué es lo que en realidad está diciendo este informe de 21 páginas? Una mezcolanza de palabras con términos rimbombantes. En el fondo los burócratas no tienen ningún tipo de intención de reducir las gigantescas trabas burocráticas y las limitaciones a la industria, a la agricultura, a la innovación, a la tecnología y a la creatividad que ya existen en la Unión Europea. Es decir, de lo que se habla en esas 21 páginas no es de eliminar ese normativismo, ese exceso. De nada sirve el mercado único, si la fortaleza está en comerciar con países ajenos a éste. Si el informe Draghi era una especie de decepción gigante, porque hacía un análisis y un diagnóstico perfecto, lo que lo malogra son sus recomendaciones completamente abstractas, vagas y sobre todo orientadas a gastar muchísimo más, que es lo que más le gusta a un político.
Es así que los europeos siguen preguntándose por qué Estados Unidos, e incluso nuevos países emergentes, les llevan la delantera. Ellos (por decirlo de alguna manera) premian el éxito, recompensan la creación de valor, se dan incentivos para la creación de riqueza y que el individuo se quede con la mayor parte de esa riqueza. Tienen una fiscalidad atractiva, tienen una política energética que no está ideologizada y tienen una visión de la participación estatal que es de financiación como mucho, pero no de intromisión. En el caso de la Unión Europea, todo lo que se lee de este plan, lo único que nos dice es que en realidad no se quiere cambiar nada, se quiere dar como una imagen de que se cambia algo.
Este es un claro mensaje de alerta para Latinoamérica. Si el mundo está en camino a una nueva polarización, de nada sirve unirnos o aliarnos con el bando perdedor. La excesiva planificación y control que emplea China no va a durar para siempre. Si Europa sigue empecinada en continuar con el gasto y la burocracia, ellos serán también los segundos en caer. La realidad y la propia evidencia empírica son las que nos están demostrando cuál es el camino para seguir.
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