Pedro Olaechea

La cabra siempre tira al monte

La concentración de poder solo genera corrupción

La cabra siempre tira al monte
Pedro Olaechea
14 de agosto del 2018

 

Es necesario, de vez en cuando, mirar de dónde venimos para decidir la ruta que debemos tomar. Por eso, debemos empezar recordando que durante la época precolombina no vivíamos exactamente en “democracia”. La región se desarrollaba a su manera, con las formas de una teocracia propia de la edad de bronce. Con la llegada de los europeos tampoco logramos vivir bajo un modelo democrático. ¿Qué heredamos? Arbitrariedad, autarquía, ignorancia, conocimiento a medias (más peligroso que la ignorancia), y las falsas pretensiones que ya conocemos bien. Y lo más grave de todo: la sensación de que somos justos.

Los reyes compartían esa sensación y señalaban que el poder venía de Dios. Hoy tenemos muchas personas que sienten la disposición de impartir justicia solo porque se consideran justos. Se otorgan a sí mismos el título de “ajustador” oficial de la Nación. Tenemos que alejarnos de esta idea de concentrar poderes absolutos y recordar que es el pueblo el que tiene el poder, y que se lo otorga a las autoridades que elige.

Perú no heredó ningún sistema democrático, pero sí descubrió los problemas de la frágil democracia que ha logrado sostener con el tiempo. Hoy tenemos la oportunidad, ad portas del Bicentenario, de acabar definitivamente con las taras del pasado. ¿A dónde debemos dirigir nuestras inteligencias? A la única revolución de la historia que se propuso desaparecer la figura del rey y la concentración del poder absoluto.

Si uno lee Sentido común, de Thomas Paine o los Papeles Federalistas de Madison, Hamilton y Jay, se dará cuenta de que los “padres fundadores” tenían pocas líneas guía: nadie puede sostener un poder absoluto, el hombre es débil en su esencia, la voluntad del pueblo es suprema y la justicia se debe impartir por igual para todos.

Todo esto es importante para nosotros porque hemos llegado al fondo del tonel, y ahora solo nos queda mirar y escalar para arriba; pero con el esfuerzo de hacerlo bien. Es en base a estos conceptos que he desarrollado una serie de ideas fundamentales que impulsaré en las discusiones de los cambios legales que se están proponiendo.

1. Todo poder debe ser controlado por otro. Para cada peso, un contrapeso. No puede haber poderes autogenerados, que estén fuera de la fiscalización de algún poder del Estado.

2. Bicameralidad y reelección. Cámara de Senadores y Cámara de Diputados. Los diputados deben ser electos a través de distritos uninominales, que signifiquen una representación real de nuestro país. Los senadores, por su parte, deben ser electos a nivel nacional, con reelección por tercios y con un periodo más largo que el presidencial. Que exista la reelección. Somos un país con tasas de reelección bajas. Que el elector castigue o premie con su voto.

3. Orden en los procesos electorales. Periodos presidenciales de cuatro años, con posibilidad de una única reelección inmediata. Si el partido que gobierna no hace bien su trabajo, saldrá más rápido. De lo contrario, si se le premia con la reelección, tendrá tiempo para llevar a cabo verdaderas reformas a largo plazo. Pido periodos de cuatro años también para el Congreso. Los gobiernos regionales y locales ya tienen ese periodo.

El poder de gobierno emana de los peruanos, quienes siempre pueden controlarlo mediante elecciones ordenadas. Que sea el pueblo el que asegure que el gobierno trabaje para los ciudadanos.

1. Un solo órgano de control para jueces y fiscales. ¿El derecho que estudia un fiscal es el mismo que estudia un juez? ¿Por qué deben existir dos órganos de control? Diseñemos uno fuerte, independiente y capaz. Y en el proceso, mejoremos el control y los costos.

2. Reforzar la Academia de la Magistratura. Que sea una carrera con evaluaciones constantes y con meritocracia. La evaluación de una vida de trabajo y estudio es necesaria para lograr ser juez supremo de nuestra Nación. El juez es aquella persona que tiene en sus manos la decisión de la libertad de un ciudadano peruano, el valor máximo de nuestra sociedad. Pido las mayores exigencias y los mayores honores a quienes asuman este reto.

La concentración de poder solo genera corrupción. Tenemos la oportunidad de volver a construir un sistema de gobierno que funcione. Tengamos la discusión, pero no olvidemos que el poder emana del pueblo y son los peruanos los llamados a fiscalizarlo y evaluarlo constantemente. La cabra no puede evitar ir al monte por el camino de siempre. Tenemos que plantarnos bien y buscar la mejor dirección.

 

Pedro Olaechea
14 de agosto del 2018

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