Darío Enríquez

La batalla de Lima solo ha comenzado

Nuestra capital necesita cambios fundamentales

La batalla de Lima solo ha comenzado
Darío Enríquez
05 de octubre del 2022


Los resultados de la última elección municipal en el Perú solo son una muestra más de lo que actualmente vivimos en el país, un buque que lleva rumbo de colisión. Eso sí, ha servido como una válvula de escape para el descontento social, por la paliza electoral infligida a un gobierno mucho más ilegitimado por las cifras finales. Como quienes están en el Poder Ejecutivo son gente sin moral y sin honor, seguirán en sus puestos en vez de renunciar, como el mínimo decoro exige.

En un ambiente tan conflictivo y adverso contra los partidos políticos, no sorprende que en la mayor parte del territorio nacional se hayan impuesto movimientos regionales “independientes”. Las comillas se explican porque es bastante probable que muchos de ellos sean fachada de partidos o mantengan relación con ellos, aunque sea desconocida o desestimada por el electorado regional. Callao, Huancayo y Piura son solo tres de esos casos.

En Lima la dispersión, las paradojas y las carambolas definieron la elección. Una batalla mediática tanto en redes sociales como en medios de comunicación convencionales. También algo de calle y la siempre presente manipulación de instancias judiciales por parte de los conocidos e impunes operadores de cierta oenegé al servicio de la izquierda elitista.

Por su lado, la izquierda cultural, que tolera todo tipo de humillaciones por parte de la extrema izquierda en el poder, con tal de seguir disfrutando los mendrugos de un indigno cogobierno, la volvió a hacer. No solo ha defendido a un candidato con serias acusaciones de violencia doméstica y agresiones sexuales, sino que su falso feminismo ha recibido una bofetada: el candidato al que tachaban de “misógino” y acusaban de propagar la “violencia de género”, tiene en su equipo a cinco alcaldesas electas en la capital. Nadie había hecho tanto para promover a las mujeres en la política. Un hito histórico que la izquierda cultural y sus apéndices sociomediáticos no pueden digerir. Es que la realidad no se cansa de darle lecciones a esos fantoches gramscianos.

La dispersión del voto afectó tanto a derechas como a izquierdas. El fujimorismo se retiró de la contienda provincial en Lima, afectando a sus candidatos distritales. Eso sumó a favor de López-Aliaga. La innoble maniobra del JNE, que sacó de carrera a Luis Molina (Avanza País), también agregó cifras a favor de López-Aliaga. Nadie sabe para quién trabaja.

La red sociomediática autodenominada “progresista” había apostado con dudas por Urresti, pero luego dividió parte de su apoyo a favor de Forsyth. Quisieron “armar el muñeco”, como hicieron con Muñoz en la anterior elección, y la criminal maniobra contra Urresti en el último debate fue un escándalo. Pero al final favoreció a López-Aliaga: Urresti perdió lo suficiente para quedar detrás y Forsyth no pudo montar lo suficiente y quedó tercero, fuera de carrera. Esa red sociomediática terminó favoreciendo a quien estigmatizaba como misógino, violento, homofóbico y de “extrema derecha”. Esa red sociomediática es la que logró que Rafael López-Aliaga sea el nuevo alcalde de Lima.

Lo paradójico es que la geografía electoral del flamante alcalde de Lima se parece más a la de Alberto Andrade que a la de Luis Castañeda Lossio. Recordemos que López-Aliaga es el heredero político de Castañeda. Esa herencia no se ha efectivizado en la votación obtenida. Una vez más, el trasvase de votos no funciona del todo. No es automática. Eso sí, el carácter plebiscitario jugó también un rol decisivo favoreciendo a quien se posicionaba en la oposición frontal.

Algo interesante que se desprende de los resultados en Lima es la notoria continuidad territorial de las preferencias electorales. Esto no es casual. Observando el mapa provincial, estas preferencias podrían marcar la pauta de una nueva división político-administrativa para tener algo mucho mejor que la insostenible división de 50 municipios distritales y uno provincial. Con seguridad, tener entre seis y ocho municipios con categoría provincial en el espacio metropolitano Lima-Callao sería mucho más eficaz y racional.

Darío Enríquez
05 de octubre del 2022

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