Oscar Silva Valladares
José Faustino Sánchez Carrión, ejemplo de meritocracia
En el bicentenario de su muerte

Sánchez Carrión es reconocido por su labor política, periodística y organizativa. A diferencia de Hipólito Unanue y José María Pando, Sánchez Carrión no tuvo una carrera oficial anterior con la corona española. Su labor política se inicia al ser nombrado primer secretario del Congreso Constituyente en setiembre de 1822, tarea combinada con su trabajo editorial en El Tribuno de la República desde noviembre del mismo año.
En tiempos del Protectorado, Sánchez Carrión expresó sus convicciones republicanas en un escrito contra las iniciativas monárquicas propiciadas por San Martín y cuya lectura en la Sociedad Patriótica fue prohibida por orden de Monteagudo. En su alegato, Sánchez Carrión ofrece un elocuente cuestionamiento del proyecto monárquico, arguyendo que la blandura del carácter peruano y la falta de celo por la libertad harían de los peruanos excelentes vasallos y nunca ciudadanos, advirtiendo además que una monarquía en el Perú atraería la hostilidad de las repúblicas vecinas. Por sus recelos a la autocracia, Sánchez Carrión apoyó entusiastamente la constitución tripartita de la primera Junta Gubernativa, afirmando ingenuamente que “tres no se unen para oprimir”.
Su extracción provinciana no alineada con los intereses de las élites limeñas, convicciones republicanas y anterior cuestionamiento a San Martín facilitaron su participación en el Gobierno de Simón Bolívar. A la llegada de Bolívar fue su secretario con responsabilidad de funciones ministeriales desde marzo de 1824 y ministro de gobierno en su Junta Gubernativa en octubre de 1824, continuando como miembro del consejo de gobierno presidido por La Mar durante el viaje de Bolívar al sur del Perú desde abril de 1825.
Sánchez Carrión es reconocido como organizador civil de la victoria final contra el poder español, destacándose en la administración política y en la logística de la campaña, incluyendo el reclutamiento militar. Hay un consenso hispanoamericano en distinguir a Sánchez Carrión como hombre honrado y laborioso y las sugerencias de haber recibido propiedades expropiadas a personas que se habían refugiado en el fortín del Callao en premio de sus servicios son cuestionables y no minimizan su probidad. Sánchez Carrión es considerado también como el más meritorio colaborador peruano durante la dictadura de Bolívar, llegando a concentrar responsabilidades civiles y políticas en el momento del desbande del gobierno de Tagle, labor que tiene mayor significado porque, según Bolívar, solo 15 o 20 empleados permanecieron en el gobierno luego de la masiva defección que siguió al asilo del marqués en el Callao.
La temprana muerte de Sánchez Carrión merece ser lamentada porque él pudo cumplir un rol importante en la historia inicial del nuevo estado peruano dada su vocación republicana y talentos administrativos.
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