César Félix Sánchez

Inmunidad de rebaño y factores climáticos: apuntes históricos

Perú podría ser el primer país en alcanzar la inmunidad de rebaño

Inmunidad de rebaño y factores climáticos: apuntes históricos
César Félix Sánchez
06 de octubre del 2020


Hace algunos días, el mismísimo exministro Víctor Zamora, cultor de la religión del confinamiento estricto, declaró en el Canal 7 que es probable que el Perú haya
alcanzado la inmunidad de rebaño. Sin embargo, otros feligreses de ese mismo culto, de líneas teológicas más duras, como la exministra Patricia García sostienen que no puede hablarse de eso. 

Lo que sí está fuera de duda es que Loreto ya parece haberla alcanzado y Arequipa también. Eso podría explicar por qué en esta última ciudad, por ejemplo, el número de muertos diarios ha pasado de casi 39 el 6 de agosto a solo dos en estos días. Y este descenso es notorio también, al margen de la fiabilidad de la cifras, por el descongestionamiento absoluto en los hospitales, que dista del panorama desolador que se tuvo desde fines de junio, durante julio y por casi todo agosto. Ha acabado ocurriendo algo semejante al “catharro” hemorrágico que asoló Arequipa también durante estos meses en 1718, y que culminó cuando, según Zamácola, “a fines de septiembre, apenas quedó sujeto grande y chico, en la ciudad y sus contornos, que no se sintiese tocado del mal”.

Es verdaderamente delirante escuchar a funcionarios del Gobierno que quieren hacernos creer que la disminución –no solo absoluta en lugares otrora colapsados como Loreto o Arequipa, sino también notable en muchos otros puntos del país– se debe a que recién ahora la gente “está concientizada” y toma precauciones para evitar el contagio. Y no faltarán, seguro, los que atribuirán este descenso primaveral a la grotesca campaña publicitaria última del Gobierno, tan ofensiva con sus criolladas burlonas sobre la muerte a la mentalidad reverente del mundo andino peruano. O a un sistema de salud más eficiente, cuando en verdad el personal sanitario ha disminuido en un 55% desde que comenzó la cuarentena, a mediados de marzo. 

Lo cierto es que en Arequipa en mayo y en junio –con el transporte público suspendido en toda la ciudad y sin mercados mayoristas, con cuarentena dura y, por tanto, sin aglomeraciones sociales– no se evitó el aumento de casos y el colapso sanitario. Y ahora, sin cuarentena y con muchísimas más ocasiones de contagio (p. e.: con un comercio ambulatorio con una intensidad que no se veía en años, tráfico casi normal y transporte público y mercados mayoristas funcionando en un 50%) ya casi no hay muertos por COVID. Quien escribe estas líneas sale a trabajar casi todos los días y ve un relajamiento absoluto, comparado con las ominosas calles vacías de abril. 

Parece que algunos en el Gobierno y entre los “expertos” saben que admitir ser el primer país en alcanzar la inmunidad de rebaño en el mundo es también admitir el fracaso absoluto de la política de distanciamiento social y cuarentena más estricta del mundo. Y como la imagen pública del Gobierno vale más que la verdad, habrá que seguir con la “noble mentira” para evitar que la gente se “relaje”.

Sin embargo, hay otro factor que podría explicar el descenso con una evidencia histórica bastante sugerente: el clima. Los patrones de influencias estacionales, estudiados por Edgar Hope-Simpson, demuestran que estas epidemias han seguido, al margen de cuarentenas o no, el mismo patrón de muertos en el área de España e Italia (gran subida en el primer trimestre, bajón casi absoluto en mayo, junio y julio y rebrote en septiembre) que el coronavirus actual. Y de la misma manera, en el área de Brasil y Perú, se repiten los patrones: baja letalidad en los primeros tres meses y gran repunte en los meses de invierno y un bajón sostenido para el resto del año. En conclusión, este modelo nos muestra lo que sabían muy bien nuestras abuelas: que los meses invernales son los más insalubres en lo que se refiere a las pestes.

Curiosamente, las anteriores epidemias en Arequipa –como el vómito negro de 1604, el catarro hemorrágico ya mencionado de 1718 e incluso la gripe española de 1919– comenzaban siempre en junio y alcanzaban su pico de virulencia en agosto, para descender abruptamente en septiembre.

Si se ha alcanzado la inmunidad de rebaño y el modelo climático de Hope-Simpson se sigue cumpliendo, quizá no haya que temer un rebrote significativo en nuestro país. Esperemos que así sea.

César Félix Sánchez
06 de octubre del 2020

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