Arturo Valverde

¡Infeliz mártir!

Interpretación de un cuento de Chejov

¡Infeliz mártir!
Arturo Valverde
09 de febrero del 2022


¡Pobre Dosifei! ¡Infeliz mártir! ¡Hombre perdido! Nadie podría dejar de sentir lástima por ti, al verte padecer tantos maltratos por parte de esa mujer, esa tal Yégorovna Jlikina. ¿Por qué permites que te trate pésimo, como si fueras su mascota, un perro?

No creo ser el único convencido de lo insoportable que puede llegar a ser esa mujer, si hasta su propio hermano, Dokukin, ha dicho: “¡Hasta el corazón se me queda frío! ¡Ya sé que es un pecado no abrigar sentimientos fraternales hacia una hermana… pero, créeme, prefiero encontrarme antes en un bosque con un capitán de bandidos que tener que habérmelas con ella…!”. Ni siquiera su propio hermano es capaz de tolerarla. ¿Cómo puedes soportarla, Dosifei Andreich?

Te falta carácter, Dosifei. ¡Tú mismo lo afirmaste! Murmuraste: “Soy débil de carácter…”. Y ella, con intención de que todos conozcamos tu debilidad, ha dicho, casi ufanándose: “¡Ya te haré yo ver cómo es tu carácter! ¡No te consentiré que pongas en ridículo tu apellido! ¡Aunque seas mi marido, te avergonzaré!”. Luego, esa insoportable ha dicho algo que llamó poderosamente mi atención: “¡Mi marido… si quiere usted saberlo, señor mío, me sale bastante caro…! ¡Lo que me costó colocarlo! ¡Pregúntele a él! Si le interesa saberlo, le diré que solo por el examen de primer grado tuve que pagar trescientos rublos. ¿Y por qué hago todo esto? ¿Crees, bobo, que es por ti? ¡Pues no lo creas! ¡Es el apellido de nuestro linaje lo que me es querido!”. 

¿Es esa la razón que te lleva a hincarte ante los maltratos de tu mujer, Dosifei? ¡Dime! Incluso te ordena cuándo rezar, y ya parece que te dirá en qué momento comer. Imagino que por todo ello, Dokukin, su hermano, el que tampoco la soporta, te ha dicho con razón: “¡Vaya hombre infeliz que eres, hermanito! ¡Solo llevo una hora sentado con ella y estoy agotado…! ¡Y pensar que tú la soportas días y noches…! ¡Ah…! ¡Eres un mártir! ¡Un infeliz mártir! ¡Un niño de Belén de los degollados por Herodes!”.

Finalmente, terminas confesándote ante Dokukin: “Es severa, en efecto… pero tengo que pedir a Dios por ella día y noche, ya que por su parte solo recibo beneficios y cariño”. ¡Hombre perdido! ¡Qué poca dignidad!

Las últimas palabras de esa mujer te pintan de cuerpo entero: “¡Dosifei! ¿Dónde estás? ¡Ven a espantarme las moscas!”. ¡Deberías sentir verguenza! Hasta el propio Antón Chéjov, para acabar de contar tu sufrimiento plasmado en su cuento La última mohicana, nos dice sobre ti: “¡Qué asco!”.

Arturo Valverde
09 de febrero del 2022

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