Ineptocracia

“Un sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente. Y todo ello es promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que sabe que son idiotas” (Jean d’ Ormesson 1925-2017. Literato, periodista y filósofo francés). 

Tenemos tres incapacidades a la vista: la física, la moral y la de gestión. Perú Libre presentó días atrás un proyecto de ley para que la incapacidad moral permanente sea modificada a una incapacidad física material. Sin embargo, esta ya existe en los hechos, pues un presidente que sufra un serio problema de salud o una enfermedad mental degenerativa no podría seguir ejerciendo el cargo.

Sobre la incapacidad moral lo que la gente no entiende es que el artículo 113 no es una norma punitiva o de castigo; no se castiga a un presidente por cometer una infracción a las normas y ni siquiera a la moral. Se le remueve del cargo porque por algún motivo se hace evidente que no tiene la capacidad moral para gobernar, y la evidencia de esa falta de capacidad puede estar en una conducta o una serie de conductas que se hayan producido incluso antes de asumir el cargo, en la medida que revelen que la persona es incapaz moralmente. Es decir, que tiene serios problemas para distinguir el bien del mal, siempre que la incapacidad sea permanente e irreversible. 

Lo que sí está completamente probado es la incapacidad de gestión. Ningún gerente mantendría su cargo si las decisiones que toma destruyen su empresa. El presidente no sabe escoger a sus ministros, a quienes tiene que cambiar permanentemente. Hay una pérdida absoluta de confianza, cuyo único responsable es él; por lo que dice o lo que calla, y por su terco y alucinante propósito de perpetuarse en el poder a través de una Asamblea Constituyente. Este despropósito inconstitucional e ideológico, que es rechazado por la mayoría de la población, ha producido un aumento en el costo de vida, una estampida de capitales y el cierre de empresas mineras. Pero no solo es una incapacidad para gobernar sino una falta de escrúpulos morales en el manejo de los recursos públicos, así como también una ausencia de rigor en las investigaciones fiscales, que lindan con la complicidad y comprometen seriamente la imagen del gobierno. 

El sector privado la meritocracia es la columna vertebral de la productividad. Y también debería de haberlo sido en la educación pública, para evaluar el desempeño de los maestros; pero desafortunadamente fue petardeada por Castillo con su famosa huelga del 2017. Las empresas conforme crecen necesitan formar los mejores cuadros, contratar el personal más preparado para cada puesto. Cuando se recurre a una empresa especializada (head hunters) en buscar profesionales o se convoca directamente, se describe con detalle el perfil necesario que debe tener quien aspire al puesto, conocer su formación académica, el dominio de idiomas, la experiencia en la industria, las referencias profesionales, los antecedentes judiciales, así como el grado de especialización, liderazgo y la capacidad de trabajar en equipo. Sin embargo, para postular a la presidencia de la república, el cargo más importante que alguien puede desempeñar, no se exige ningún nivel académico, profesional, o de experiencia previa. 

Luego de la sorpresiva elección de Castillo, resulta obvio que se requiere legislar sobre los requisitos necesarios para ocupar los altos cargos públicos. Debemos evitar ser presididos por alguien que no tiene la capacidad para el puesto; es como haber contratado un piloto de avión que no tiene idea de cómo volar y que nos lleva directamente al desastre. El pueblo peruano, representado en el Congreso y en estricto respeto a la constitución y a la democracia, debe enmendar esta realidad. No a la refundación de la patria, a la asamblea constituyente, a la república plurinacional, a la corrupción, al secretismo, al nepotismo, a la lucha de clases y a la interferencia extranjera política e ideológica. ¡El congreso tiene la palabra!